miércoles, 19 de septiembre de 2012

Lover, you should've come over

Insustanciales, simples y planas. Pierden su forma sin yo darme cuenta de ello. Lo contemplo desde fuera, asimilándolo lenta y dolorosamente. Más lenta que dolorosa. Mis ojos y mis manos habían experimentado y coqueteado ya con las despedidas definitivas, con la soledad prematura y con ojos de vidrio sin color, como para asombrarse ante tales desgracias. Dramatizando cada partícula de las huellas que se borraron sin querer, o queriendo aparentar que se borraron sin querer, pretendiendo siempre defender las distancias, los distintos caminos que toma una vida en poco tiempo y las excusas mal diferenciadas. Solemos pensar demasiado o nos dejamos abandonar sin querer pensar más. Pero a veces es imposible pensar cuando te sangra el corazón y te araña cada centímetro de tu cuerpo. Te arrastra hasta la más absoluta derrota y dejas que pase el tiempo para poder asimilarla y darte cuenta de que somos susceptibles e inestables hasta límites insospechados. Pero seguiremos fingiendo y olvidando, aprendiendo sin aprender y oyendo sin escuchar. Hubo una parada demasiado larga en aquel camino del viaje que no tuvimos que realizar, aunque tan solo eso nos hubiese salvado de crecer sin poder elegir más de lo que teníamos. Las garras desaparecen de forma distintas, pero dejaron de existir en su mayoría. Obligadas a abandonarme por desilusiones, decepciones y situaciones que se nos presentan sin saberlo.
Quizá aquel viaje no tuvo jamás destino. O quizá el destino fue aquella parada tan perpetua.

Seguiré escuchando a Buckley mientras llueve, bebiendo vino caliente y tomando galletas.