martes, 28 de octubre de 2014

Cuando tu luna se cae

Estoy cayendo desde el vacío hasta el vacío.
Y desde el todo estás sentado mirando cómo caigo. Sin tenderme la mano. Esperando a que pare de caer para poder ayudarme a levantar.
Pero ignoras que si saltaras y me cogieras del vacío, pararíamos el tiempo y tú jamás tendrías que ayudarme a levantarme.

Ignoras tanto y todo, que en otra noche me encuentro cayendo, desde el vacío hasta el vacío.

En mi nueva cama

A cada suspiro pienso que todo ha cesado. Que no pueden quedarme más lágrimas por dentro. Que me he vaciado toda y sólo queda por recoger mis últimos restos. Que me he evaporado con tanta tristeza acumulada.

Pero no, ni siquiera alguien podría recogerme. Estoy lejos de casa, a kilómetros. Sola entre paredes blancas, con el frío en las costillas llenándome de azul mi interior rojo. No hay nadie entre todo esto que me conozca, que me sepa ver cuando llevo horas muerta. Todos son desconocidos que me hablan y yo les miro pero no les escucho. Mi cuerpo está lejos, y ellos sólo me roban el tiempo. Poco me importan. Si vuelvo a desmayarme, creo que me fundiré con el suelo.

Sin que nadie me conozca, me escuche, me lea, me mire, me piense. En silencio voy a pensar que este será mi último suspiro antes de dormirme para mucho tiempo. Y amanecer en casa, sin lágrima alguna; todas se habrán ido con mi alegría.

Y con esta oscura idea, me voy yo también a llorar soledad.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Jul

Casi siento que te he visto nacer.
Que hice para ti esos zapatos que llevas ahora. Que te enseñé a no pasar frío lejos de casa. Que te cepillé el pelo hasta que te creció del todo. Y que tú me enseñaste a sentir. A volar en el suelo. A mirar con los ojos cerrados.

Siento que has existido en mí desde que me crearon, y que me ves a trasluz. Que ves mi mecanismo, invisible al resto, con la mayor nitidez posible. Y que sabes descifrar mis escritos como nadie.

Siento que nos hemos estudiado, tú y yo. Y que nuestra historia no cabría en todas las páginas existentes. Aquella historia que nos ha hablado de todo y nos ha enseñado a todo. Que después de vivirla ya no sabes si vivirás algo más. Y que nos separó de esperarnos tanto y siempre llegar, pero nunca quedarnos.

Pero ahora, esta noche, que tú de nuevo me escribes de alguna manera, yo siento que nos hemos reconciliado y que mis pies ya no están tan fríos. Y te veo grande. Te veo bella. Y veo que eres tú ahora la que sabe hacerme llorar con sus palabras. Y sabe cómo abrazarme para hacerme dejar de llorar.

lunes, 20 de octubre de 2014

Autumn

Si cierro los ojos, cierro la vida. Me escucho respirar pero la he parado. (No, no puedes saber por qué).

Voy a dormir con las sábanas en los ojos. Para que cuando las abrace todo me abrace también. Y para que cuando las eche a lavar, me lave yo también. Luego me pongo al sol, a secar mis heridas. Y el viento me llevará. Quizás se confundan con el paisaje, mis ojos. Y podré ver al mundo desde mi muerte hasta siempre. Incluso en mi olvido, incluso entonces, mis párpados enormes velarán por verlo todo. Desde alguna colina. Aquí o allá. No elegirán el lugar.
Las sábanas volverán a la cama, yo ya no estaré. Pero mis ojos sí. Apagarán el mundo de día y lo encenderán de noche. Y yo los cerraré, seguro, para cuando la vida me canse y la quiera cerrar.

Sin escucharme respirar, con las heridas por bandera, siempre, mis ojos, el mundo verán.

viernes, 17 de octubre de 2014

Así que quédate, quédate Luna.

Ahora sí. El ya es antes, y todos duermen de otra manera. Lo contaron en el periódico pero nadie leyó esa página.
Quiero que nadie seas tú. Ahora que ya no nos vemos, que las noches son anécdoticas, que mi casa está lejos y que en los viajes de vuelta en coche nos hemos dormido también. Ahora sí, pero no de esa forma tuya. Porque algo fuiste y serás, aunque algo fuera nada y todo se esté yendo.
Lo haré de madrugada, quizás, cuando nadie mire. Arrancaré esa página de todos los periódicos del mundo y llenaré la ciudad con ella. Que sepan que de amor también se no-duerme. Porque dormir, entre nosotros, siempre sobró.

Pero sí, ahora sí. Ahora sí te veo.

domingo, 12 de octubre de 2014

I swore to no end. Swore to never let you go...

Hola, cariño.
No te esperaba esta noche, la verdad. Pasa.

Es tarde. Son las cinco ya. Pero no tienes sueño, ¿a que no? Yo tampoco.
¿Quieres que dejemos de dormir? Juro que esta idea me ha rondado la cabeza desde antes de nacer, y que en escritos anteriores la he dibujado en forma de letras, pero ahora la siento de otra manera. Me lo dicen tus ojos; me dicen que tenemos tanto que querernos que ni en mil años despiertos vamos a dejar de sentir algo nuevo cada día. Tus ojos, esos ojos tuyos, que no sé qué demonios tienen dentro, pero me transportan a cada rincón de la ciudad y me escriben tu nombre en este banco de aquí y en aquel cigarro que ya es colilla. Y en todo lo infinito que se desinfinita cuando con tus abrazos vuelvo a aprender lo que es, en realidad, la infinidad. Y lo del cielo y el sol y todo eso es más pequeño con tus manos en mis manos, ¿sabes? Fumándonos, el uno enfrente del otro. Yo apoyada, encendiendo cualquier pensamiento, medio viéndote, medio mirándote. Tú con tus secretos. Y yo sintiendo que me desafías. Me desafías a ver quién se piensa más. Anoche me ganaste. Hoy te ganaré yo a ti.


Que nos mate el tiempo, la distancia, las caras largas, las largas conversaciones, el echar de menos, las despedidas y las noches de compañía distante. Si eso es todo lo que nos va a matar, jamás moriremos. ¿Entiendes?


Te mataré yo, de quererte. Y dormiremos para siempre.




viernes, 10 de octubre de 2014

Under control

Todo estaba controlado.

Te bebiste todo el café y yo fumé por los dos.
Después el tiempo aquí y allá, y luego lo del atardecer y estar lejos de casa. Y un camino a casa por pensar, yo con Devendra en los bolsillos.
Pero siempre controlado.
Lo veía como ajena, de la mano de alguien, mirando al cielo.

Y no, no quiero hacerlo a tu manera. Ni hacerte perder el tiempo. Pero somos jóvenes. Éramos jóvenes, cariño.

Y estamos bajo (des)control.