sábado, 29 de agosto de 2015

Cerrado por felicidad

He pintado todo, todo incluso esto de un color nuevo. De muchos colores nuevos, en realidad.
Y estos colores, nacidos de alegrías y de un estado de felicidad constante sólo me dejan escribir sobre ideas bellas y canciones. Ya no tengo hueco en mi corazón para esto, ya siento que he volado y que he dejado abajo mucho peso, muchos folios llenos de lágrimas, muchos bolígrafos que ya no iban.

Tengo yo una deuda con mis escritos. Me han salvado de las cosas que más me han dolido. Pero estamos en paz. Yo sé que saldrán en forma de guiones y de canciones que no duelan.

Quiero guardarlos aquí como un tesoro, y tenerlos en forma de libro algún día, bajo mi almohada. Por ahora lo dejo todo cerrado, como esa ventana que se ve. Dentro de ella están todos esos meses que he condensado en líneas durante mucho tiempo. Ahora he saltado por fin de ello. Y ya vuelo.

Me veréis por el cielo, y yo os veré a todos con tanto amor que distinguiréis mi sonrisa.


domingo, 12 de julio de 2015

Bh

Hoy más que costarme dormir horrores me cuesta dormir a los horrores.
Y a los errores ni te cuento.

domingo, 28 de junio de 2015

Por fin

Iba justo ahora a escribir una de estas frases tristes desesperanzadas, que bostezan y duelen. Y al decirla en mi cabeza pensé que no me sentía así.
Que ya no identificaba tanto dolor.

Y la escribiré a distancia, con arte, con prudencia, cediéndosela a quien la quiera; bien porque se sienta así; bien porque, como yo, haya dejado de sentirse así. En cualquier caso: ya es de otro.

"He comenzado a tener heridas en los pies. En mi corazón ya no cabían más."

lunes, 15 de junio de 2015

Será que hace un día de mierda y se me ha pegado el transparente de la lluvia y el gris del asfalto húmedo en el cuerpo.

Ahora voy vestida de triste.

martes, 2 de junio de 2015

El desamor es como el insomnio

El desamor es como el insomnio.

No lo eliges. Aprendes a llevarlo. Te hablan de soluciones, de cómo tratarlo. Pero no escuchas demasiado. Te quedas con ello, que trae consigo noches en vela llenas de nada.

Y por el día, aunque lo olvidas, te invade una pesadez constante y un miedo insoportable a la noche.

jueves, 28 de mayo de 2015

Desceu pelo rio, da terra pro mar

Te echo profundamente de menos.
No dejo de sorprenderme mirándote a lo lejos, haciendo cualquier tontería esperando a que me mires, siempre admirándote. Siempre esperando algo, cuando esperar está de más.
Ya mis huesos avecinaron una despedida dolorosa que cicatrizaría en meses.
Y ahora cuelgo tus buenas noches, lavo mi cuerpo de tus besos que aún resuenan si me tocan la cara. Cuando me miran de verdad aún está tu nombre en mis ojos, y nadie lo entiende bien. Y si me abrazan sé que podría oler a ti, que memoricé tu forma de mantener tu cuerpo con el mío lo más cerca posible. Y luego cuando me desabrazan yo tengo la mirada triste, siempre triste. Siempre se me cae el corazón del pecho y lo recojo sin querer, tropezándome con tus manos que ya se van. Tus manos que salen de mi casa por la ventana de la terraza en la que tanto nos hemos besado.

Encajo mejor el dolor si me obligo a olvidarte cada vez que me vienes a la cabeza. Pero nunca he querido olvidarte desde que entraste en mi vida, y ahora eso tampoco cambiará. Hasta nuevo aviso mis manos están esperándote en el suelo, recogiendo lágrimas, canciones, desayunos en la cama y cenas en el sofá.

Estabas instalado en mi rutina como lo está el sol en el cielo. Ahora escucho canciones y no puedo evitar imaginarme en ese autobús yendo y viniendo hacia ti. Con la esperanza en los ojos, bañados en ilusión a la ida y en lágrimas a la vuelta. Voy a echar de menos esos viajes hasta que llore todo lo que me duele que se haya acabado algo que construimos a kilómetros de distancia. Todo eso que ahora borramos en solitario, sin decirnos nada, sin mediar palabra, sabiendo que el uno cada vez va a pensar menos en el otro, y que el adiós está a la vuelta de la esquina.
Yo recorreré, si me lo permites, esta última calle de nuestra historia con mucha lentitud y buscando huecos de luz. Todo eso hasta que deje de tener tus ojos clavados en mi clavícula izquierda, hasta que olvide cómo besas y cómo has recorrido mi cuerpo con tu dedo índice, hasta que pueda quitarme de la cabeza cómo caminabas y cómo me cogías de la mano, y cómo te quería después de besarte y comerte con los ojos. Y desear que estuvieras en mi cama todas las horas que me quedaban.

Y eso que nunca pensé demasiado en el futuro a tu lado. Entonces era algo que me preocupaba. Ahora simplemente tengo la certeza de que disfruté cada segundo contigo, aún cuando dormía mal y poco y tú no decías mucho. Aún así yo tenía un presente tan grande a tu lado que nunca visualicé el futuro demasiado.

Memoricé también todas las cosas que me gustaban de ti. Todas las cosas que sabía que jamás iba a encontrar en otra persona. Las memoricé porque te quería con tanto amor que no podía hacer otra cosa más que estudiarte. Pensarte, imaginarte, mimarte, admirarte. Y ahora todas esas cosas están en cada centímetro de mi cuerpo y no me llevo bien con ellas.
Echo azúcar en cada café para que esté menos amargo. Para intentar endulzar algo en este destiempo. Intentando endulzar también tu recuerdo y hacerlo menos difícil de beber.

Te hubiera contado tantas cosas. Te hubiera abrazado tanto en este mes sin ti. Te hubiera enseñado tantas canciones que me recuerdan a ti aunque las escuche por primera vez. Te hubiera querido más, aún doliéndome, Te hubiera seguido queriendo más y más como inevitablemente sigo haciendo.

Ya dejaré de escribirte. Ya me obligaré a dejar de recordarte con tanta ternura. Ya dejaré de esperarte.

Mientras tanto vas a dolerme más y más. Y yo no puedo hacer otra cosa más que fumar mientras intento sacarte de mí.

sábado, 23 de mayo de 2015

Noche en líneas (1)

La noche en la que te cambié el nombre tú cambiaste el final.
Me restaste todo lo que había de ti en mí y te sumaste a ti muy lejos. El resultado soy yo en una cama interpretando mi cuerpo vacío de ti. Tratando de entender por qué hay mayoría absoluta de te quiero y minoría de olvídate. No hay pacto que valga.
Ahora voy a curarme en horas de sueño.

martes, 19 de mayo de 2015

Un café para cuatro cigarros

El dolor se olvida.
Y el horror vacui nos hace llenar las páginas en blanco.
Esta se quedará sólo medio vacía. Como yo.

lunes, 11 de mayo de 2015

Quemo hojas con palabras.
Quizás contenidas.
Quizás engañándome.

Cuento lo mismo de nuevo, mismo discurso, diferente audiencia y contexto.
En mi cama que ya conociste.
En un lugar nuevo y extraño a mí.

Sueño con esa carta que no te llegó.
Y con conversaciones pendientes.
Tenía pánico a escribirte.
Y a pensar de más.
Por el daño. Por el amor. Porque odio estas partes de deshacerse de cosas bonitas y de contar por qué se acabó.
He decidido no odiar, no llorar, no mirar atrás y no esperar.
He decidido y elegido vivir, como tú, creo.
Eres ahora para mí un fantasma lejano que me clavó una daga de humo en el alma.
No puedo entender por qué, pero nunca te pediré explicaciones. Te voy a querer incondicionalmente por un tiempo. No puedo hacer otra cosa.

Pero sí, la decepción final me ayuda a que me duela todo menos. Y la vida sólo me dice que sonría y no puedo dejar de hacerlo. Me siento cada día más gigante.

Aunque hoy sí te preguntaría cómo estás y qué pasa por tu cabeza. Lloraría luego, sin querer, inevitable. Y la culpa se va con la noche.

Sé pocas cosas de esto y de lo otro, en conclusión. Pero yo me quedo con todo mi amor y todas las cosas bonitas que aún tengo por decirte. Me quedo con las buenas noches, con los viajes interminables, con la ilusión que me diste. Me quedo con algunas cosas que me enseñaste, me quedo con recuerdos bellos llenos de ternura. Me quedo con lo que más cuesta olvidar, tus besos y tus manos, tu cara, tus caricias, tu voz, tus abrazos y tus miradas.

Ahora a cierta distancia de nuestros días, te digo que lo siento.

Y con lágrimas en los ojos y por si algún día lees esto, te digo que te quiero, David.

viernes, 1 de mayo de 2015

Escribo para mí

Hoy me he dado cuenta de que escribes más que yo. Quizás tú, que compartes eso que escribes sientas que acudes a algo, a alguien. Que quizás ese de allá te leerá o que a tu destinatario le llegará la carta. Yo nunca me he fijado en si escribías o cantabas. En si tenías frío o hacías el ridículo. Sólo me fijé en las despedidas, en hacerlo todo bien, para luego irme mal. En dejar que la ilusión venza a la curiosidad.
Y hoy, fíjate, estoy tras de ti, leyéndote, sintiéndome absurda. No quiero hablar más de nada, no quiero pensar demasiado. No quiero resumir mis problemas ni dar explicaciones.
Voy a vivir tanto que luego pasaré años para escribirlo todo.

Ah, pero de aquí, de esta cabeza, de este escrito, no te mueves.

(Pienso ahora, lejos de todo, si habrá dejado de ser así desde Dublín).

sábado, 28 de marzo de 2015

Directa

Siempre que pienso en este pequeño espacio siento que he vivido mucho más dolor del que recuerdo. Que de alguna manera he teñido mis breves escritos de negro y cuando los toco me manchan los dedos.
Pero una noche más acudo aquí. Es absurdo quizás, como si por escribir estas líneas los problemas se fueran a diluir.
La palabra infeliz, entre todas, es la que más resuena en mi cabeza. Soy infeliz porque comparto mi amor con alguien que no comparte el suyo conmigo. Porque esa felicidad que me invade por el simple hecho de levantarme cada mañana se ve frustrada por una misma persona. Y no sé qué más debe ocurrir para que pase algo más. Para que realmente deje todo este sufrimiento de lado. No sé qué me ata. Intento entenderme, hacer las cosas más pequeñas, ver todo lo bello que hay, pero siempre se encarga de teñirlo. Sólo con una frase sacude mi corazón, y ni siquiera entiendo por qué. Por qué tanto dolor, de dónde viene todo, a dónde va y qué lo parará. Son inútiles las palabras, los consejos, las largas noches, las salidas de mi cama a mi terraza, los cigarros interminables con monólogos mentales y los puñetazos a la pared. Es todo absurdo ya.

Dónde me escondo de esto.

sábado, 21 de marzo de 2015

Las ganas mojadas por el humo

Sí, quiero que la patrulla que deambula entre silencios hoy me saque de la cama y me diga "vamos a dar una vuelta". Escabullirme de entre la mierda y fumar a gusto lejos del pijama. Dejarlo bien tirado en el suelo y mantener el desvelo hasta por la mañana. Con el sol ya en las ventanas de todas las casas decir anoche no dormí, pero no pasa nada. Y luego reír fuerte.

Me compraré una máscara mientras vienen a por mí e iré a tu calle, ahora que ya sé dónde estás cuando duermes. Bailaré hasta marearme mientras grito callada. Toda una banda igual de muda que yo me acompañará y después correremos hasta pasar el barrio y todo lo que nos conocemos.

Los días extraños nos han encontrado y hemos vuelto a caer en sus manos de rutina y de cosas pendientes. Polvos pendientes. Pero de todo esto no hablemos ya nunca menos. Vamos a jugar a que estás en la cama y yo no estoy pensando en ti. A que nadie sabe todas las historias con sus respectivos nombres y que yo no me sé tantas canciones.

Estoy en la azotea con el frío en las uñas y en los cartílagos y se me clavan los minutos que tengo que olvidar yendo tras tu pequeña cabeza. Así que como aquí me permiten fumar te tiraré el humo a los pies. Bajarás las escaleras y humo serás.

Y no preguntes más. Sí que quiero huir ahora; no hay mucho más que decir.

miércoles, 28 de enero de 2015

lunes, 19 de enero de 2015

Eu te matei de fome

En el suelo del balcón hay ceniza que no pude tirar. Marca del vaso de café que tomé en ese suelo esta mañana.
Y a veces las palabras más simples y pequeñas son las más grandes y necesarias.

Escribo desde que soy menos niña porque las cosas a veces duelen tanto que sólo en escrito puedo soportarlas. Hacemos un trato, las cosas y yo. Yo las dejo aquí, inmaculadas e inmunes, y ellas se quedan con una parte de su dolor. Y así puedo llevar otras cosas encima.

Pero a veces ni escritas cesan. No hay trato. Espero que cedan mientras la noche se va, espero escuchando cómo rompen algo dentro de mí con cada minuto que pasa. No hay trato. Se quedan y duelen. Luego el llorar, el pasar el día y el llegar con miedo a la noche.

Esta noche. Una más en escrito, en sangre tres vidas.

jueves, 8 de enero de 2015

Frío

Miro a este lado tuyo de mi cama como si de pronto fueras a aparecerme. Lo miro intentando dibujarte ahí, donde estuviste hace dos noches y cinco cafés. Pero no puedo.

Como si por estar lejos ya no existieras. Y no pudiese recordarte porque alguien hubiera jugado con mi memoria y la hubiera hecho pequeña. Tanto que cabe en el bolsillo en el que te metes la mano cuando tienes frío, aún sabiendo que en ese bolsillo no encontrarás calor. Pero aún así metes tu mano con la esperanza de tener menos frío.

Así miro yo tu lado. Cierro fuerte los ojos y bajo la persiana también, esa que odias que se quede medio abierta. Y mientras lo hago pienso que me daré la vuelta, abriré los ojos y estarás en la cama, con frío. Y yo no habré visto cómo subías a ese autobús, sabiendo que en 40 noches no estaría contigo. Mirando otras parejas despedirse, pensando que nos roban unos minutos que ellos tienen. Imaginando que no se verán en meses, años. Y mi memoria sólo me hablará del presente. Porque ahora siento que sólo cabe el presente, y tú me lo robas con tus maletas y tus billetes y tu cama en la que no quepo y que duerme lejos de la mía.

Después me tapo, me tapo ahora, con la esperanza de encontrar calor, y de paso tus labios diciéndome "no van a ser 40 noches porque ahora estoy yendo hacia ti. Así dejaré de robarte la memoria y nuestros minutos, y tardaré mucho en subir a ese autobús. Dejaré las cosas hechas porque tú eres más que mis cosas. Ni siquiera me voy a llevar maletas, sólo me voy a llevar a mí".
Pero no.

Creo que estás callado ahora mientras miro este lado, que es tuyo, supongo.
Ya no recuerdo si dormías aquí o no.