domingo, 21 de diciembre de 2014

Las maletas en mi cuarto todavía

Ojalá me quitaran todo este dolor con un ibuprofeno. Se me fuera como un dolor de cabeza. Pasajero. Ojalá.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

2:10

No quiero dormir pero me acuesto.
Llamo al sueño pero este comunica.
Lleva tiempo hablando con Insomnia,
y todos se conocen su historia.
Le dejo un mensaje y cuelgo.
Suspiro. Miro el techo.
El reloj. Los peluches.
Todos sirven tanto de noche
como de día. No sé.
Yo pienso poco ya.
Me obligo a no hacerlo.
Porque no duermo de pensar.
Qué absurdo caso.
No quiero dormir, es cierto.
Pero en la cama llamo al sueño.
Qué tarde es aquí.
Y en todas las partes del mundo.
"En Jakarta son las 8 de la mañana".
Se me hace tarde también.
Todas las horas son tarde.
Es noche ya en todas partes.
Y yo acostada en la cama,
llamando al sueño,
quiero que no sea tan tarde.
Quiero que amanezca
y volver a pensar de cero.
Que sea ya pronto
y dejar esta cama.
Luego la casa,
la ciudad, el país,
el mundo, el cielo...
Pero primero, que no sea tan tarde. Primero llamar al sueño,
que coquetea con Insomnia,
y contarle que no quiero dormir.
Y que es muy tarde.
Hasta para dormir.

martes, 16 de diciembre de 2014

Radio3

Yo supongo, amor, que llevas tiempo sin pasarte por aquí.
Que estás distraído entre noches,
entre casas, cine y todo eso que vas callando.
Que todo eso te atrapará,
como yo trato de atrapar un libro, una radio, y así dormir.
Dormir aunque me faltes.
Porque amor, querido, me vas faltando a ratos.
Y la noche,  ¿qué? Nada.
Ella se va apagando con mis ganas de ti y de esto.
Se apaga conmigo misma.
Yo qué puedo contarte de mí y de lo que no duermo.
Qué te digo para atraparte.
Para que la luz de este cuarto esté encendida.
Después venir tú y amanecer.
Amanecer por todos los días que nos han faltado.
Que me asaltan ahora.
Mientras un silencio astral se adueña de mi calle.
De tu calle también.
Y que se callen, ya de paso, esas pesadillas de tenerte.
Que te quedes un poco.
Veas luz en este cuarto y te pases por aquí.
Te centres entre días,
entre camas, lágrimas, y todo eso que ya no callas.
Y por fin yo te atrape.
Leas conmigo, escuches conmigo la radio, y de nosotros dormir.
¿Qué te cuento yo a ti?
Entre viajes te perdiste mientras yo crecía.
Y ahora (no) dormiré.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Hoy, quizás, allí,
la lluvia duela menos
y no se meta en los ojos.
Conmigo, quizás, tan lejos
olvides nuestro trato
y lo triste que soy.

En esta cama, seguro, ahora
vuelan horas de sueño
que son ya dolor.
Te escribo, mientras, y creo
que ya no escuchas
ni piensas en mí.

Y temo, de veras, temo
que no te quedes
hasta el fin.
Que esta lluvia que escuchamos
definitivamente se lleve ese viaje
y el otro.
Y yo ya no quiera esperar en la estación.
Ya no quiera enseñarte nada.
Temo.
Que dejes ir esta noche, que ya se ha ido, mientras no escuchas y llueve y olvidas lo triste que soy.

Hoy que llueve...

jueves, 20 de noviembre de 2014

Lover...

Puedo notar cómo cierro los ojos y caigo al suelo, deshecha, siendo agua. Agua turbia, con sangre, tierra y trozos de dolor.
Se oye en ecos el ruido de algo por dentro quebrándose. Débil, débil, débil.

En la mesa unos apuntes.
En la cama un cuerpo muerto.
Que se lo lleven de mí. Que lo quiten.
Que ya no importa lo que duela. Quien venga o vaya. No importa estar lejos de casa. El frío, este estar sola y a la vez nunca estarlo silencioso y triste. Ya no importa nada.

Ahora hay agua allá. La veo y soy yo. ¿Y qué soy ya entonces? A nadie le importa. A mí tampoco me importa.

Voy a irme con la realidad mientras todo me golpea. Aquí y allá. Obligada a vivir mientras caigo y caigo. Y me ven pero no estoy. Estoy en la cama muerta. En el suelo, agua.

Entierro de dolor aquí, noches rotas allá. Todas intento salvar, pero sólo fallo. Débil, débil, débil.

¿Qué demonios me importa ahora que venga el mañana? Sólo será mi cuerpo en sillas, habitaciones, miradas. Pero toda yo ya no estoy.
Estoy en ecos, en el cadáver, en ese agua.

Los apuntes hablándome del presente yo llorándole al futuro, el dolor callando al pasado.

Perdiéndome entera mientras otros lo ven y no dicen nada. Qué diré yo ya.

Yo no lo sé ya... Ya no lo sé...

sábado, 15 de noviembre de 2014

Imprescindibles...

Empiezo a marchitarme.

Ni siquiera tengo ganas de florecer.

Huiré a la cama donde nací. Huiré para convertirme en cama. Y para siempre poder dormir, sin que se marchite más mi alma.

martes, 11 de noviembre de 2014

O vento.

Entiendo que nadie te haya escrito nunca algo tan bonito. A mí tampoco me han escrito nunca nada así. No soy la musa de nadie. Y si lo he sido fue tan sutilmente que se quedó en el recuerdo.

Y de veras quiero dejar de ser la que esté siempre tras los escritos. De veras lucho por ser algún día el destinatario.

Muerte hoy en la cama. En silencio. En vísceras, huesos y manos.

Malas noches.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

31 días

A unas horas de tenerte en la cama y mis manos ya te echan de menos.

Hoy he pensado que sería un día bonito, porque noto que el tiempo pasa, que empieza un día y acaba otro, y que eso sólo significa que hace más frío y que falta un día menos para volver a ti.
Esta vez iré yo, allí arriba. Allí donde te veo a lo lejos y pienso lo afortunada que es tu ciudad de tenerte. Y esas calles que recorres. Esa gente que te puede mirar. Ese metro en el que viajas. Quiero vivir en tu vagón. Quiero sentarme enfrente de ti cada día, sin que me reconozcas siquiera, no me importa. Sólo quiero mirarte y hablarte, y tenerte ahí delante siempre. Quiero vivir constantemente en ese vagón. Verte a diario. Cuidarte con los ojos. Mirarte con mis brazos. Lo quiero todo, todo contigo. 

Cuento los días, las horas y los minutos. Cuento los besos que me debes y te debo. Y una vez contados, pienso en huir. Pienso en todo lo que me faltas, y pienso en huir. Aquí nadie me va a echar tanto de menos como tú, como tus brazos. Ni yo voy a necesitar nada tanto como te necesito a ti. 
Verte a medias, me consume aún más. Te veo sin verte. Estás tú, en tu habitación, esa que no conozco todavía. Y estoy yo, mirándote.
Intento con todas mis fuerzas recordar qué era tenerte por mi casa. Verte aparecer por la puerta del comedor. Verte salir del baño. Verte en la cocina, detrás de mí, besándome el cuello. Verte por las mañanas. Verte antes de dormir. Ser todo lo que veo y más. 
Y algo se rompe un poquito dentro de mí cada vez que recuerdo todo aquello. 
Porque es recuerdo ya. Porque ya ha pasado.

Recuerdo el momento previo. Esperándote. No quería que llegara. No quería que llegara porque terminaría. Te miraba echándote ya de menos de vez en cuando, cuando íbamos a la playa o cuando fumábamos en mi terraza. Hicimos mil fotos para guardar de alguna manera todo aquello en otro lugar que no fuera nuestros corazones, sólo para comprobar que no había sido un sueño. 
Un sueño como tú. Más que un sueño, como tú. Eres real. Te he sentido en mi cuerpo de mil maneras. Sin embargo te conozco: en mis sueños. Ya apareciste en alguno y yo creí que era todo mentira. Y despertaba y te buscaba, y no estabas. Apareciste un catorce de julio de nuevo. Yo no sabía que estabas ahí desde hacía ya años. Y esa noche algún tren con destino a Barcelona, intuyó que algún día lo cogería para ir a ti. Esa noche te encontré. Me fui a dormir y te quedaste con algo de mí. Yo creo que te llevé entero a mis sueños. Y amanecí buscándote. 
Sonreí.
Te había encontrado. 
Y a partir de ahí, todo ha sido un sueño real. Una realidad onírica. 
Marcas en mi piel y fotos. Todo lo que podemos mostrar de nuestros días. Aunque si nos abrieran el corazón por la mitad, podrían ver todo lo que nos hemos querido en forma de fotogramas en movimiento. Incluso podrían oler el aire que espiras por tu nariz, que huele a hogar, huele a amor. Podrían también escuchar nuestros besos, el sonido más bonito del mundo. Y tu voz. Tu voz que me da vida. Que puedo respirar de tu voz, y dormir de ella también. Que pasaría la vida escuchándote darme las buenas noches, y los buenos días. Podrían también tocar tu cara. Tienes la cara más bonita que yo haya visto jamás. Y tocar tus manos, que ya son mías, que quiero que se fundan con mi piel. Que las he notado tan dentro de mí que pensaba que te quedarías para siempre en mi cuerpo. 

Lo verían todo en nuestro corazón. Vertical y transversalmente. Desde mis costillas hasta tu omóplato. Todo nuestro amor recorriendo nuestros cuerpos, atravesando kilómetros, y en forma de película en nuestro corazón. Porque ya es uno. Y ya está. Ya hay paz.

Me he enamorado y ahora te echo de menos. 
Pero te espero. Y mientras te espero, te amo más.
Te amo tanto, que te esperaré hasta siempre.
Y siempre se convertirá en ti y en mí juntos, hasta el resto de nuestros días, sin separarnos nunca más.

martes, 28 de octubre de 2014

Cuando tu luna se cae

Estoy cayendo desde el vacío hasta el vacío.
Y desde el todo estás sentado mirando cómo caigo. Sin tenderme la mano. Esperando a que pare de caer para poder ayudarme a levantar.
Pero ignoras que si saltaras y me cogieras del vacío, pararíamos el tiempo y tú jamás tendrías que ayudarme a levantarme.

Ignoras tanto y todo, que en otra noche me encuentro cayendo, desde el vacío hasta el vacío.

En mi nueva cama

A cada suspiro pienso que todo ha cesado. Que no pueden quedarme más lágrimas por dentro. Que me he vaciado toda y sólo queda por recoger mis últimos restos. Que me he evaporado con tanta tristeza acumulada.

Pero no, ni siquiera alguien podría recogerme. Estoy lejos de casa, a kilómetros. Sola entre paredes blancas, con el frío en las costillas llenándome de azul mi interior rojo. No hay nadie entre todo esto que me conozca, que me sepa ver cuando llevo horas muerta. Todos son desconocidos que me hablan y yo les miro pero no les escucho. Mi cuerpo está lejos, y ellos sólo me roban el tiempo. Poco me importan. Si vuelvo a desmayarme, creo que me fundiré con el suelo.

Sin que nadie me conozca, me escuche, me lea, me mire, me piense. En silencio voy a pensar que este será mi último suspiro antes de dormirme para mucho tiempo. Y amanecer en casa, sin lágrima alguna; todas se habrán ido con mi alegría.

Y con esta oscura idea, me voy yo también a llorar soledad.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Jul

Casi siento que te he visto nacer.
Que hice para ti esos zapatos que llevas ahora. Que te enseñé a no pasar frío lejos de casa. Que te cepillé el pelo hasta que te creció del todo. Y que tú me enseñaste a sentir. A volar en el suelo. A mirar con los ojos cerrados.

Siento que has existido en mí desde que me crearon, y que me ves a trasluz. Que ves mi mecanismo, invisible al resto, con la mayor nitidez posible. Y que sabes descifrar mis escritos como nadie.

Siento que nos hemos estudiado, tú y yo. Y que nuestra historia no cabría en todas las páginas existentes. Aquella historia que nos ha hablado de todo y nos ha enseñado a todo. Que después de vivirla ya no sabes si vivirás algo más. Y que nos separó de esperarnos tanto y siempre llegar, pero nunca quedarnos.

Pero ahora, esta noche, que tú de nuevo me escribes de alguna manera, yo siento que nos hemos reconciliado y que mis pies ya no están tan fríos. Y te veo grande. Te veo bella. Y veo que eres tú ahora la que sabe hacerme llorar con sus palabras. Y sabe cómo abrazarme para hacerme dejar de llorar.

lunes, 20 de octubre de 2014

Autumn

Si cierro los ojos, cierro la vida. Me escucho respirar pero la he parado. (No, no puedes saber por qué).

Voy a dormir con las sábanas en los ojos. Para que cuando las abrace todo me abrace también. Y para que cuando las eche a lavar, me lave yo también. Luego me pongo al sol, a secar mis heridas. Y el viento me llevará. Quizás se confundan con el paisaje, mis ojos. Y podré ver al mundo desde mi muerte hasta siempre. Incluso en mi olvido, incluso entonces, mis párpados enormes velarán por verlo todo. Desde alguna colina. Aquí o allá. No elegirán el lugar.
Las sábanas volverán a la cama, yo ya no estaré. Pero mis ojos sí. Apagarán el mundo de día y lo encenderán de noche. Y yo los cerraré, seguro, para cuando la vida me canse y la quiera cerrar.

Sin escucharme respirar, con las heridas por bandera, siempre, mis ojos, el mundo verán.

viernes, 17 de octubre de 2014

Así que quédate, quédate Luna.

Ahora sí. El ya es antes, y todos duermen de otra manera. Lo contaron en el periódico pero nadie leyó esa página.
Quiero que nadie seas tú. Ahora que ya no nos vemos, que las noches son anécdoticas, que mi casa está lejos y que en los viajes de vuelta en coche nos hemos dormido también. Ahora sí, pero no de esa forma tuya. Porque algo fuiste y serás, aunque algo fuera nada y todo se esté yendo.
Lo haré de madrugada, quizás, cuando nadie mire. Arrancaré esa página de todos los periódicos del mundo y llenaré la ciudad con ella. Que sepan que de amor también se no-duerme. Porque dormir, entre nosotros, siempre sobró.

Pero sí, ahora sí. Ahora sí te veo.

domingo, 12 de octubre de 2014

I swore to no end. Swore to never let you go...

Hola, cariño.
No te esperaba esta noche, la verdad. Pasa.

Es tarde. Son las cinco ya. Pero no tienes sueño, ¿a que no? Yo tampoco.
¿Quieres que dejemos de dormir? Juro que esta idea me ha rondado la cabeza desde antes de nacer, y que en escritos anteriores la he dibujado en forma de letras, pero ahora la siento de otra manera. Me lo dicen tus ojos; me dicen que tenemos tanto que querernos que ni en mil años despiertos vamos a dejar de sentir algo nuevo cada día. Tus ojos, esos ojos tuyos, que no sé qué demonios tienen dentro, pero me transportan a cada rincón de la ciudad y me escriben tu nombre en este banco de aquí y en aquel cigarro que ya es colilla. Y en todo lo infinito que se desinfinita cuando con tus abrazos vuelvo a aprender lo que es, en realidad, la infinidad. Y lo del cielo y el sol y todo eso es más pequeño con tus manos en mis manos, ¿sabes? Fumándonos, el uno enfrente del otro. Yo apoyada, encendiendo cualquier pensamiento, medio viéndote, medio mirándote. Tú con tus secretos. Y yo sintiendo que me desafías. Me desafías a ver quién se piensa más. Anoche me ganaste. Hoy te ganaré yo a ti.


Que nos mate el tiempo, la distancia, las caras largas, las largas conversaciones, el echar de menos, las despedidas y las noches de compañía distante. Si eso es todo lo que nos va a matar, jamás moriremos. ¿Entiendes?


Te mataré yo, de quererte. Y dormiremos para siempre.




viernes, 10 de octubre de 2014

Under control

Todo estaba controlado.

Te bebiste todo el café y yo fumé por los dos.
Después el tiempo aquí y allá, y luego lo del atardecer y estar lejos de casa. Y un camino a casa por pensar, yo con Devendra en los bolsillos.
Pero siempre controlado.
Lo veía como ajena, de la mano de alguien, mirando al cielo.

Y no, no quiero hacerlo a tu manera. Ni hacerte perder el tiempo. Pero somos jóvenes. Éramos jóvenes, cariño.

Y estamos bajo (des)control.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Wake up

Hablo sentada en un lado de la cama. Te doy la espalda. Mi espalda desnuda; la ropa en el suelo.
No sé qué estás diciendo ya. Me he ido de esta habitación hace una hora.
Me iré con los míos, ¿sabes?
Podrías intuir lo que el otro día no viste y dejarme el resto a mí. Como nunca y siempre.

No sé si buena, pero la noche está en el cielo. Y en la cama ya no estás.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Las nueve

Hay un vaso sobre la mesa que se ha vertido al llenarlo. Y ahora está vacío y nadie quiere tocarlo. El café en la mesa hace que toda la habitación huela bien. Con la cortina bajada, sin lágrimas en la almohada ni ya en el alma, apago la luz del día.

Iros todos hoy.

sábado, 30 de agosto de 2014

Dos palabras

Intentar retratar en unas palabras todo lo que pasa por mi interior desde que te recuerdo hasta que se dibuja una sonrisa en mi cara me resulta imposible.
Llevo un camino a casa en autobús y mil de vuelta a ti tratando de crear nuevas palabras que te definan. 
Si soñara contigo creo que despertaría sólo para poder verte con mis propios ojos. Luego me dormiría deseando volver a tenerte en mis sueños, y cada vez que volvieras a aparecer de mil formas yo intentaría despertarme y abrazarte, y así pasaría la vida en mi cama mientras buscas canciones que no existen. 
Las crearemos nosotros, todas. Las haremos y nadie más podrá escucharlas. 


¿Qué te puedo enseñar yo sobre el amor? Soy un desastre. Llevo tiempo sin hablar de él sin que todo se vuelva negro. Lo deseché en cuanto me vino grande. Lo devolví, con el recibo roto y mi corazón arrugado. Y ahora ya no sé qué es esto. Trato con cada punto de separarme de mí misma y mirarme desde fuera a través de la canción que escucho y que te enseñé cuando estábamos cerca de estar lejos. Trato de existir contigo y sin ti. De reexistir en este parque, en este banco, y en el de allá, aunque haga frío. 


Que un cigarro puede matarte me lo enseñaste tú. Matarte de querer besarte. Entre anécdotas y miradas y aquella mano que por primera vez me tocaba de verdad, yo te veía fumar. Veía cómo se consumía la noche y aquel cigarro al mismo tiempo desde mis prismáticos, sentada en la azotea del edificio aquel (¿lo ves?).
Y nadie más nos veía. Creo que nos tapaban el mar y las horribles luces que apagamos un par de veces. Mientras fumabas mis ojos se deslizaban desde tus labios hasta el humo del que te deshacías. Y yo pensaba lo sencillo que era dejar que algo entrara dentro de ti. No me levanté pero algo de mí lo hizo y se sentó en aquel bordillo. Y pensé mientras me giraba para mirarte que si hubiera podido crear una escena nuestra hubiera sido en un tono azul oscuro pero nostálgico, en la habitación de algún hotel, a cualquier hora de la madrugada, abriéndote a escondidas, dejándote pasar a un sitio que ni siquiera era mío. Yo en pijama, y tú sin fumar. Y te hubiera sonreído como sólo se puede sonreír cuando sabes que tienes que estar ahí con esa persona, y tú me hubieras sonreído de la manera más dulce que jamás he visto. Esa sería nuestra escena si nosotros fuéramos una escena. 
Volví a sentarme junto a ti del todo, y ya habías terminado de fumar.


Si llueve, nos encantará que llueva. Tú saldrás con un paraguas aunque sólo sea para mí y yo te diré que me gusta mojarme. Y me rodearás con tus brazos y te reirás. No habrá casi gente en la calle y nos alegraremos de ello. Besarás mi pelo cuando no lo espere y yo cerraré los ojos sabiendo que aunque me cayera al suelo tú lo harías conmigo y después secar nuestra ropa sería mucho más divertido que volver y cerrar el paraguas. Un paraguas rojo, o negro o azul o multicolor o incluso sin color. ¿Qué más da? (Podemos inventar colores sin color).


Con tus ojos en blanco y negro me has enseñado que hay cosas que no hay que verlas, sino sentirlas, para que sean de verdad. Y que hay lágrimas de sabor agridulce que con una idea a las cinco de la mañana se pueden secar. 


Y esperarte. Creo que llevo esperándote desde siempre. Ahora sólo quiero encontrarte.


Hoy te has ido después de vernos a través de otros. Tenías prisa y has besado mi frente durante menos de un segundo. Yo iré a bañarme mientras escucho la misma canción que me despertó en Barcelona y me hizo quererte más. Porque llevo deseando decírtelo desde hace muchos sentimientos y no sé cuál será el definitivo para atreverme a pronunciarlo. Quise hacerlo en nuestra despedida, pero con una maleta en la mano nunca se puede querer de verdad. Y ahora que sólo me lees, estaría de menos que lo pronunciara cuando fuera. Pero quiero gritarlo, dibujarlo, fotografiarlo, desnudarlo a cada momento. Te pienso y me arden en el pecho, dos palabras que se sienten sin sentirlas y que a veces cuando nos hemos mirado de noche a través de nuestros corazones las he creído leer en tus ojos, y todo me ha dado tantas vueltas que he tenido que decirte "calla". 


Esta noche, después de todo, te esperaré sólo un poco, lo justo como para querer tirarme encima de ti y besarte tanto que me ría mucho y tú te preguntes por qué me río. Me río porque lo hago, porque lo siento, porque llevo tanto tiempo sin esto, sin sentir esto, que tengo que reírme o moriré de felicidad. Me río porque sabes cómo besarme y sabes cómo sonreírme cuando te sonrío, y porque te conozco cuando te miro a los ojos. 


¿Eres tú? Lo pienso cada poco. 


Quiero decirlo ya, quiero escribirte hasta morirme y que en cada frase aparezca escrito. Necesito dejar de pensarte para dejar de pensar en que lo hago, en que no sé qué palabras inventar para decirte algo diferente a ello que me calme, porque creo que cuando te lo diga ya no habrá vuelta atrás y seré tuya para siempre. Llevo reservando esas dos palabras desde hace tantos sentimientos que ya no recuerdo qué era decirlas. Pero las siento, en la garganta, en los ojos cuando lloro y te miro, en las manos cuando te escribo palabras similares que espero que traduzcas y entiendas mi mensaje real, en mis pies cuando camino por casa y siento que en cuanto me gire vas a estar mirándome y diciéndome algo que siempre he querido escuchar.


Y cuando terminaste de fumar, me besaste. Y desde entonces los besos tienen otro significado en mi diccionario personal. Y desde entonces te recuerdo con todas mis ganas, con todo mi ser. Mientras te recuerdo, vivo. Y ahora que no estás por un momento, lates dentro de mí.


Qué podría hacer sino escribirte, mi amor.

jueves, 28 de agosto de 2014

Barna: 27

Quiero meter este día en un frasco y hacer de él un perfume.
Quiero fotografiarlo y que sea por siempre foto, imperecedero y absoluto.
Quiero grabarlo y reproducirlo cada día, y que cada día sea como este día de hoy, y vivir por siempre en él.

Sin fin.

martes, 29 de julio de 2014

Cómo ahogar la ilusión

Mil ríos llenos de piedras, tan cortos como el tiempo que pasa desde que alguien que no te sienta bien entra por tu ventana hasta que te desvistes de él. Mil ríos, cada uno con su respectivo nombre. Uno allá, en donde siempre, atravesado tantas veces, aunque nunca de una única manera como aquellas noches. Otro tan vacío como una cama sin sexo y el sexo sin amor. Otro tierno y cómplice, quizás de más. Otro lejano, lejano y helado, de nadie.

Todos los ríos de este destiempo, entre canciones y cartas y noches y lloros, me han ahogado en soledad.

Y ya no quiero nadar, ni cruzarlos. Quiero que se sequen de mi alma, escribirles hasta dejar de llorarles y, sin que ellos sepan nada, despedirlos.

A este último, ahogando la ilusión que no hallé en ningún otro, le doy las buenas noches. No serán buenas en un tiempo. Que se las quede si quiere.

martes, 22 de julio de 2014

Indefinitely

Ana lleva treinta y siete minutos sentada en el bordillo de su calle. Su móvil se ha apagado hace media hora y ya conoce los balcones de la finca que tiene enfrente de memoria. Mira a la izquierda y a la derecha cada medio minuto. Se da la vuelta cada dos. Mira aquel patio, y suspira. Se levanta y mira a lo lejos de la carretera. Coloca sus manos en la cintura, y resopla. Agacha la cabeza, vencida. Vuelve a sentarse, y el mismo ritual de nuevo.
Un perro se ha asomado en el sexto y en el tercero la señora de la bata rosa ha salido con una revista bajo el brazo. Está mirando la terraza del bar de abajo. Al señor que bebe vino solo. ¿Se preguntará si se siente igual de solo que ella? Los coches que pasan la distraen, y mira ahora a Ana. Ana mira el perro. El perro ladra a los coches. El señor que bebe vino solo se ha levantado y ha mirado a la señora de la bata rosa, que ahora sostiene la revista entre sus manos y no se ha dado cuenta de esto. El perro deja de ladrar. Ana mira su muñeca. Desde que terminó el curso no ha vuelto a tener reloj. Sentía el peso de la muerte cerca de sus venas y odiaba esa sensación. Prefería, como le enseñó ella, intentar adivinar la hora que era únicamente por su sensación al cerrar los ojos. Serán casi las nueve, piensa. Un coche con música alta que pasa por delante de Ana llama su atención por un momento. Se mira las uñas. ¿Cuándo fue la última vez que se las pintó? Seguramente lo hizo ella. Tenía la manía de pintar las uñas de Ana de mil colores, y las suyas de negro cuando estaba triste, y resultaba que ella tenía más días tristes que de reír. En invierno siempre vestía oscuro, a conjunto con sus uñas. Esto a Ana siempre le había cautivado, la tristeza que emanaba ella. La manera en la que hablaba siempre de las pequeñas cosas, de los graffitis en alguna pared lejana, de los gestos de los extraños en el autobús.
Ana sacó el paquete de tabaco mientras buscaba en el bolsillo de su chaqueta una boquilla y se la colocaba entre sus labios. Abrió el paquete, cogió un papel y tabaco, y mientras se liaba un piti, pensaba en aquella conversación que resonaba en su cabeza. Una conversación que si tuviera nombre se titularía "balcón y ella" y la banda sonora sonaría como suenan las noches de verano en las que te quieres quedar para siempre allí. "¿Cuántas veces has pensado mientras fumabas que la vida se consume como un cigarro?", le preguntó ella, sin mirarla, sentada en el suelo de su balcón, tirando la ceniza en la planta que tenía a su izquierda. Ana le sonrió y le respondió que muchas. Y mirándola a los ojos, le confesó "No eres de esta época. Te mueves de otra manera, como si no fueras de aquí, y fueras eterna, para siempre." Ella sonrió con ternura, aunque con cierta frialdad en sus ojos. Ya no pensaba en Ana, mientras que en la mente de esta la frase continuaba con un "y no sabes cómo me hace sentir que estés aquí conmigo, ahora, e imaginar que yo también soy para siempre, pero contigo."
La puerta del portal hizo un considerable ruido e hizo a Ana volver en sí. Se sobresaltó al pensar que sería ella, pero no lo era. Se puso en pie mientras tiraba lo que ahora se había convertido en una colilla.
Cerró los ojos, mientras en su mente resonaba aquel grupo que tanto le gustaba a ella, aunque ella no supiera que Ana los escuchaba sólo para sentirse más cerca de ella, y mientras sostenía en su mano una película del director del que ella solía hablar tanto, aunque desconociera que Ana supiera nada sobre él.


Allí estaba Ana, frente al portal de su casa, esperándola sin esperar que ella apareciera, metiéndose en las pequeñas cosas del mundo de ella que hacían del mundo de Ana un lugar mejor, lejos de que ella supiera nada, como si se tratara de un secreto. El secreto más dulce que Ana guardaba.


jueves, 17 de julio de 2014

Fez-se mar

Cinco minutos desde la última muerte, y desde aquí arriba es difícil respirar aunque vea tu casa.

Preguntas de cosas que no interesan. Pregúntame por los cortes, por el insomnio, por mi banda sonora y por aquellas tardes de distancia esperando que la vida me trajera cerca todo eso del amor y la gente que haces tuya.

Cuando los trenes no llegan a la playa es mejor no ir y quedarse en la estación, mirando la hora, pensando que quizás es tarde para no esperar nada o pronto para esperarlo.

¿No?

miércoles, 16 de julio de 2014

Nadie

Algún hombre que cante No woman, no cry y entienda que es inevitable que una mujer llore, y cante, y la vida le baile y le cuente historias para no dormir.
Que entienda que en una fiesta siempre existen los aparte, los estar sola y escribir esto, y te abrace y te mire. Sin preguntar se siente y sepa que quieres que esté ahí.

Alguien.

jueves, 10 de julio de 2014

lembranças

El pasado es sólo una historia que nos contamos a nosotros mismos.



Se va la soledad cuando se va con soledad de otro. Llega el frío de verano. No dormir más de ti, como máxima prioridad. El sol está ya arriba.

Renuncia

Renuncio a lo pasajero. A los nómadas que danzan como días, como lluvia en mes de sol y abrazos en peleas.
Renuncio a los que vienen y las que van. A los temporales que te conocen de noche y luego de tarde, y como máscaras a unos les sonríes de una manera y a otros les cuentas otras historias.
Renuncio a las ilusiones que duran cuatro viajes de metro. Ida y vuelta, siempre con música en la mente y los dedos nerviosos de no querer a nadie y de quererte a ti tanto.
Renuncio a días como cuando llega el verano, con horas de felicidad vacía, de encuentros por primera vez, citas como costumbre y despedidas siempre iguales. Todos los adioses sin amor son los mismos.
Renuncio a querer enamorarse y romperse el alma mientras el corazón mira al cielo y se va con el viento.
Renuncio a una lista de desamantes y desamores, antiguos encantos que por meses los recuerdo ahora y vuelven de noche, mientras me termino de vestir y doy la vuelta a la almohada, húmeda de lágrimas de alguna pasada noche triste.
Renuncio antes, ahora, después.

lunes, 7 de julio de 2014

hem assumit el risc

Anoche quedamos.

A veces me coges las manos de otra manera, y las miras y creo que podría estar en ese banco mil horas más. Después, cuando ya nos hemos conocido sin lo necesario para salir a la calle, los besos de multiplican y ni siquiera sé de dónde vienes ni a dónde vas. No sé lo que quiero de ti. Estamos aquí, mientras lo decido, pasando horas con tus manos en mis pies y recuerdos en aquella cerveza.


Hoy te vi.

Me corté el pelo hace días y compré un par de discos que me hacían más falta que los últimos besos que me robaste. Desde mayo hasta Mallorca te he esperado y deseado y muchos más participios. Pero nunca se te dio bien lo de los finales felices. Creo que no existen, si te soy sincera.


Ayer te hablé.

Volví hace unas semanas, y miento si te digo que te eché de menos. Pensándote me di cuenta de que así las cosas estaban mejor. Volver a empezar, entre tanto, no es una solución para los que nunca se han querido, ¿no? Aunque las películas románticas me confundan y la noche haga de mí una persona más vulnerable a los encantos del amor. Ahora siento que sólo me queda de ti Alt-J y Alameda.



sábado, 5 de julio de 2014

lunes, 23 de junio de 2014

Just like the ocean, always in love with the moon

A deshoras miro al mar, el por siempre enamorado de la luna y de sus nocturnas sonrisas en alguna cama de nadie. Se miran a veces como antiguos y eternos amantes que son, pidiéndose mutuamente, diciéndose que sólo será una noche más, únicamente para recordar cómo era besarse, qué era sentirse.

Cada noche, y por capricho de la luna, el mar y la luna vuelven a verse y a quererse. Y después, cuando es de día, mientras la luna se va lejos, el mar se queda ahí, extenso y enamorado, roto y silencioso.

Aparece entonces el sol, abraza al mar y de tan fuerte que lo abraza, lo calienta y se evapora así su dolor. 

Y todo se queda en lluvia.

lunes, 9 de junio de 2014

8/XII/13, 20:34



Primer día de estar muerta.

Las ventanas cuentan que hace mucho frío fuera. Nadie quiere irse demasiado lejos. Los que quieren, acabarán por desaparecer y entonces será inútil esperar que sea de otra manera.
Mi cuerpo está en un quinto esperando que el frío entre en mi pequeña anarquía.
Creo que todavía espero que alguien vuelva y se siente a preguntarme qué escribo.
A nadie le interesan ya los escritos. Todos vienen y van como desubicados, sin destino, preguntando por hechos mortales que no alcanzo a concebir en mi sentido de la importancia.

Quiero morir joven, de vejez. De peso, de mucho amor.

Quiero morir de vida.

Las únicas palabras que pretenden socorrerme me hunden todavía más.
Es imposible volver a respirar. Las lágrimas me ahogan en mi propia desgracia. Nadie me escucha ya.

Quiero morir, y muero en vano.

Amor

Yo hubiera sido pintor,
me hubieran estimado en póstumo,
en mi vida me hubieran ignorado,
y me hubieran estudiado en futuro.
Hubiera pintado en negro y azul,
en días de noche, de oscuro,
y de color de luz en días plenos,
días de entender el vivir.

Yo hubiera sido poeta,
sin musa ni maestro,
sin inspiración ni instrucción,
sola, ensimismada.
Hubiera sabido de rimas,
de métrica y metáforas,
y otras tantas que les siguen,
y que dignas, las acompañan.

Yo hubiera sido cantante,
y hubiera enamorado siempre,
en cuanto mi voz hubiese sonado
y conforme diera a unas notas, alma.
Hubiera sido reclamada,
y yo hubiera siempre cedido.
Cantando, alargando el momento exacto
en que vida y muerte se distinguen.

Yo hubiera sido más;
hubiera sido mucho;
hubiera sido tanto;
hubiera sido todo, incluso.
Yo hubiera sido vida;
hubiera sido universo;
hubiera sido cielo y tierra;
hubiera sido muerte, incluso.

Y es aquí, en este punto,
donde te encuentro,
donde hallo el límite,
donde empieza mi fin.
Te me apareces, en conclusión,
en la síntesis de mis ambiciones,
y como causa de esto que arde,
de esto que, en escrito, es ya ceniza.

Yo hubiera sido todo,
y mucho, y tanto y más,
y vida y muerte y universo,
y cielo y tierra, también
si en vida no te hubiera conocido,
si jamás hubiera sabido de ti,
de todo de ti,
de hasta lo que no sé de ti.

Extrañaría que no te cuestionaras
mis males y la causa,
y el por qué de conocerte
y de que este mate tantas virtudes.
Pues decirte, querida,
que conocerte es amarte,
es querer darte mi vida
y morir por vivirla a tu lado.

Es por esto, que decir
que poesía, música y en todo, arte,
sería todo lo que yo hiciese
si no te hubiera conocido.
No es desgracia, no es lamento,
ni me atormenta, en fin.
Sólo siento que todo aquello
está en mí sin estar en mí.

Y de esta contradicción,
sinsentido que tú explicas,
siguen mis intentos
de crear arte, torpemente.
En resultado, todo es tuyo
porque siento que tuya también soy yo,
y que todo lo que canto, dibujo, escribo,
eres tú, siempre tú.

Nada más por explicarme,
termino decidiendo "amor",
pues es causa de esto que vivo,
y de que este escrito trate de ti, y lo escriba yo.


Enero, 2014

sábado, 7 de junio de 2014

Comptine d'un autre été.

Hemos estado separadas tanto tiempo,
viniendo del idilio amistoso,
entre la cicatriz del exceso vital
hasta el presente más distante.

Declaro mi consecuencia por confusión,
por tomar por demasiado nuestros encuentros
asiendo por ti aquello malo,
lo que erigió mi lóbrega herida.

Fue el subsidio un consuelo fugaz,
consuelo nacido de la paz de mis días,
pues la falta que entrañabas
era mayor que cualquier cosa que infligieras.

Serás por siempre en mi mente
referente de cultura, literatura, filosofía, arte,
fuente indefinida de admiración
y hermana de mi vida más que amiga.

Más que compartir tiempo, nosotras
compartimos esencia: ¡escritura!
¿Qué símbolo más bello de sentido vital existe
que el escribir como arte que tomamos ambas?






jueves, 5 de junio de 2014

De ti

Una foto mía esta noche en el suelo de tu habitación: yo de espaldas, con un costado sangrante, causa tuya. Sin mirarte jamás, no más. Rehazlo todo. Menos a mí. Ni al otro lado me adoraste.

Aquí estaré bien; ya me cuidan.

martes, 3 de junio de 2014

Noviembre y otras utopías

En alguna parte de Suecia, en el patio de una casa en la que se ve de noche, reflejada en la pared, la sombra de una farola, nos hemos vuelto a encontrar.
Había nieve por todas partes, todo frío, como me ha gustado siempre. Todo blanco, sin nadie más, alejado del mundo del que nunca hemos formado parte y llevamos conociendo meses de olvido. Compartiendo minutos con nada más.
Hemos hablado tanto que he perdido la manera de volver a casa.
Mirándote a los ojos me he asustado. Me ha dado miedo pensar cuánto te he estado queriendo hasta que besaste a otra. He entendido lo engañada que me he tenido, pesando de noche alguna forma, sin querer, de que esta historia se repare por sí sola, aunque eso me matara noche a noche, como llevaba haciéndome menos de un año.
Hoy nos hemos hablado, historias que duran once meses y días de tortura. Como si todo fuera invierno. ¡Qué invierno nos dimos!, piensan aquellos de allá. ¿Los has visto? Morirán los últimos. Estaremos despidiéndonos para siempre y ahí seguirán ellos, esperando que nos abracemos y digamos "¿sabes? Creo que moriremos de olvidarnos, antes que de querernos mal. Sufrir contigo no duele tanto cuando he tirado noches por la ventana de sufrimiento por echarte de menos." Qué invento, el de querer. Qué dolor me has dejado, como la huella esa de ahí detrás de ti, en la nieve. Nunca seré yo la misma aquí, lejos.
Me has abrazado hoy, ya sin miedo, con cierta pena. Te lo he notado en las manos. Dejaré, te he prometido, alguna hora de notarte tanto, y pronto empezarás a llegarme menos. Hasta entonces, tus manos han vuelto a otras, a saber: ojalá tu corazón vuelva a sentir.
Desamor me has llamado ahora, mientras me río. Cómo duele, en fin, reírte lo que me quitas. Soy desamor; lo ríes todo porque lo sabes. Estoy herida de guerra, y no escribiré yo la historia: perdí.
Me siento entre la nieve, yo. La más deshecha. Soy yo agua entre todo esto. ¿Me has visto reír? Fue lejos de tu mirada. Aún impides que cada noche deje de pensarte.
Nos hemos encontrado, hoy, aunque me hayas perdido.
Yo, a otro lado, lo he escrito para conservarlo como única copia en forma de líneas y así sólo me duela al leerlo.
Tú no pensarás hoy en mí.

domingo, 1 de junio de 2014

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Alguien me ha pegado el dolor de los besos ajenos.

Ya hay silencio en las noches de recuerdos, cada vez más breves, más guardadas en las cajas de los cadáveres que aún se pasean por mi cuarto. Ya voy olvidando y todo me mata menos.
Pero aún está aquí el eco del último amor, primer desamor por siempre. Aún a veces cuando la abrazo siento que aquellas manos volverán de otra manera, por costumbre, por el conocer de su cuerpo y el mío, porque lo que la mente olvida, las manos y el corazón recuerdan. ¿Y a quién le importa eso cuando quién ya tiene de nuevo por quién suspirar?
Yo, condenada a desenamorarme tan rápido como quiera, he hecho del amor y del venir de los sentimientos, un bello juego, en el que pierde todo aquel que quiere entrar. Me han regalado flores, rojas, y también muertas por desamor y abandono, y sigo aquí, mirándolos a todos, como si fueran uno sólo, cruzada de piernas, mientras dejo que cada uno me cuente algo nuevo de la vida, hasta que me cansen para siempre y les despida, pidiéndoles no volver. Son ciclos que vienen y van. El amor no me sabe, porque ya no lo meto en mi café. Ahora este me sabe a horas de pensar, de vivir, de mí misma, hasta que me llamen egoísta por no volverme a dejar morir por ninguna más.
Quién sigue siendo quién, razón de que ya no crea en manos que se juntan y pasean. Lo despedí cuando todavía se moría, y ahora lo vuelvo a saludar, revivido, conociendo nuevas gracias. Se quiso ir, obligada a dejarlo libre. Y quién nunca volvió a mí, porque nunca me perteneció. Porque nadie pertenece a nadie. Y porque ahora nadie ya no cree en el amor.
Pero ayer, el otro día, hace muchas vidas, volví a sentir aquel pesar extraño y amargo que aún deambula por recuerdos de quién y nadie. Me contaron cosas que nadie quiere saber aunque quién se alegre.

Alguien me ha pegado el dolor de los besos ajenos.

jueves, 29 de mayo de 2014

Delirio amanecer

Voy a escribir en muros toda mi tristeza
hasta que la lluvia borre parte de sus letras

martes, 27 de mayo de 2014

De noche en noche

No encuentro la hora para irme a dormir cuando te metes en mis noches más de noche.

¿Y si no dormimos más y sólo nos dedicamos a dormirnos, a gustarnos de noche, a descansar de nosotros?

lunes, 26 de mayo de 2014

Brindo

Las calles vuelven a tener nombre cuando las recorro contigo. Los caminos en metro tienen sentido de nuevo cuando son para verte.
¿Qué hora es ya? Las luces de los parques se han encendido y tú y yo aquí, comiéndonos las ganas y abrazándonos los besos.
Paseando de noche por la ciudad, todo parece más de nadie. Como un escenario sin actores, un teatro vacío. Las tiendas calladas nos cuentan secretos mientras nosotros tratamos de hacer de esa noche, la nuestra.
¿Dónde hemos estado en todo este tiempo? Aquel banco ayer no parecía tan bello.
Domingo, sábado, viernes, ¿qué más da? Es de noche y estamos aquí, y a besos los minutos se pasan hasta separarnos. Y volver y pensarte, y sentirte más que a mis manos.
Te escribiré hoy, ahora. Así te traeré a mi cama durante unas líneas.

domingo, 25 de mayo de 2014

Domingos y de nostalgia

Hoy está la nostalgia, es día de recordar. Me suenan en la cabeza, en el pensamiento, aquí dentro, vidas pasadas que nunca viví. Las recuerdo y revivo como si hubieran sido mías. Echo de menos las cosas que nunca sufrí, las alegrías que se quedaron pendientes, los rincones que nunca conocí. Me pesan en el alma como gotas de agua de nube condensadas.
Hoy, día de nostalgia oficial en mis vidas, pienso más de lo que toca. No sé por qué nací, si me lo preguntas. No sé ni en qué pienso cuando pienso. A veces vuelvo a lo que soy y hablo como si me reencontrara con el mundo. Como si quisiera reconciliarme con todo mi pasado, de pronto este viene danzando mientras Devendra suena y los soles salen y saludan al día. Viene el pasado, inquieto y orgulloso, elegante y distinguido, como un muerto sale de su tumba cuando nadie mira, con recelo a lo que ve, sabiendo que jamás volverá a ser suyo. Yo lo miro y me pregunto por qué vino, qué se ha quedado de él en todo lo mío que con una canción resurge y se pasea entre mis bailes.
Hay algo oculto en lo que se vivió, algo que los recuerdos esconden que hipnotiza y se queda en los huesos, como si tuvieran un imán en mis entrañas y al volver a mí yo fuese algo distinto a mí. Hay algo oscuro en la mirada de alguien que ya no mira que revela algo que nadie más puede revelarlo. Algo que te enseña cosas que la vida sola no puede.

Domingos que se llevan a la espalda, a cuestas. Aquí va uno.

Quédate luna

De aquí a dos lunas te querré. Ya verás.

Si no dejas de mirarme tanto, de escuchar los inicios de mi todo, de intuirme cuando me tienes cerca, de saber qué decirme, de pensarme, encantarme tanto, en dos lunas te querré.
Aunque la luna se quede quieta, sentada, cansada de menguar, amarilla o blanca, durante noches y noches allá en donde sea, te querré.
Aunque se caiga el cielo una noche y nos cortemos con sus pedazos, y me cojas de la mano para llevarme lejos o dejemos de vernos, te querré.

¿Qué más da si hoy no es noche para ser? Hagamos de todo, algo nuestro. 

viernes, 23 de mayo de 2014

Ve i va

Hoy es viernes. ¡Qué feliz, bello, exacto día para verte!
Allá detrás, entre sombras, me hablan fantasmas y estatuas. Yo, que a veces creo querer abrazarlas, las miro con ternura (no sabría odiarlas del todo; lo intenté) mientras ellas sólo me gritan, me duelen, me atraviesan lo poco que les dejo de mí. ¿Qué es esto? ¿No las amé como ellas no me amaron nunca? ¿No las amé hasta el día mismo que me mataron? Estatuas, calladas en mi mente durante meses, escuchándome morir, mirándome mientras lloraba, y veían que me iba con cada llanto, que caía al suelo con cada lágrima, que ya no estaba allí del todo, que me aferraba a sus brazos y ellas dejaban que dejara de querer ser. ¿De dónde viene tanto odio, tanto daño?
Entre canciones ahogo mis antiguos encuentros, me desvisto de sus impenetrables miradas mientras me hacen llorar de nuevo, las últimas veces ya. Las dejo atrás sin querer entender ya de dónde viene todo aquello que me lanzan mientras todavía me levanto.
Hoy es viernes, hace sol. Me levanté a las cuatro y trece y nos dimos los buenos días. ¡Qué feliz, bello día para estar contigo! ¡Qué exacto el destino que te trae del presente para que el pasado huya de mí!

miércoles, 21 de mayo de 2014

Incendios de nieve

Te he odiado desde cada acera. Te he tirado en cada viento. Te he ahogado en cada playa. Te he borrado en cada cine. Te he callado en todas las canciones. Te he llorado desde el principio. Te he contado a cada herida.

Todo te he hecho, todo para que te vayas. No te hablo, no te miro, no te digo lo que callo y arde, no te pienso. Todo, todo lo hago para verte lejos. Porque desde esta cama estás, en toda su extensión, a un lado. Y yo pegada a la pared, me duermo. Haciendo todo, todo lo que hago porque ya dejes de estar. Los finales, sentencias, están apoyados en una pared, mientras todo se deshace. Un gran incendio que quema el odio. Cae nieve, ahora que hace más frío. El viento trae las cartas.
Todo, todo lo que he hecho, de nuevo vuelve a mí, como en un horrible ciclo de encontrarte de noche entre mil personas. Y hablarte por miedo a morir de olvidarte.

Morir de olvidarte...

jueves, 15 de mayo de 2014

Durmiendo de ti: Fronteras

Hay fronteras y distancias. Lo nuevo y lo de antes. Los buenos días y lo que te los quita.

Hay caminos hacia el bus. Canciones para todo. Finales de músicas contados de noche. Baños de resurgir.

Hay números ocultos. Antiguas sonrisas ajenas, llantos ahora. Pena de lo que se deja.

Hay ilusiones de sábados a la una de la mañana. Un error del azar convertido en acierto. Un sol enorme por corazón.

Hay fronteras, fronteras del alma. Grandes muros de pasado que se deshacen por el tiempo y las nuevas gracias.
Fronteras que de noche, entre palabras y sueños, se nos caen de gustarnos tanto.
Y con canciones y un sábado por delante, me dices hasta mañana.

Y yo durmiendo, mientras tanto, de las fronteras y distancias que de noche son sólo metáfora.
Durmiendo de esto, de lo que pase, del mañana, del vivir.

Me gustas más ahora, de noche.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Cuatro/Cuatro

Ya no más interrogantes al otro lado del precipicio.
Sentencio lo nuestro. Fin de los fines.

¿Conocerte a diario y querer huir siempre, a cada hora, ya no existe?
Levantándote de la muerte, hablándome ya sin atravesarme, desconociéndome lentamente. Creo que a veces gritas para alejarme. Yo doy gracias de que nunca hayas sabido verme. Ayer me alegré por primera vez en todo este antiguo destiempo de no serte tuya.
Las historias para no dormir ya no me funcionan aunque a veces hable para mí sobre las malas palabras, aquella biblioteca que te sirvió de despedida, el dolor que me metías siempre en la ropa cada vez que intentaba quererte más, los días horribles malqueriendo todo mi ser. Entonces el recuerdo duele. Después te miro, y no siento nada. Y todo brilla. Lo bello de los días, todo lo que jamás me has dejado ver a tu lado, de pronto aparece claro. Quiero quedarme para siempre aquí, ahora que ya respiro sin que me arda tu nombre en la boca y sin verte muerta. Soy permanente todavía, malas costumbres. Pero poco a poco, con todo esto nuevo que me viene y que me va, que me es y me soy, que -¡dilo ya!- me renueva el alma desde la herida aquella hasta el principio de un principio, matando los precipicios, los insomnios y sin más me sabe ver, dejo de ser permanente, de ser para siempre. Ahora soy, vivo. Y después, lo demás.

No sabría terminar sin decirte gracias. Eres el imperfecto contrario para el resurgir más perfecto.

martes, 22 de abril de 2014

Epitafios: Oniria enterrada

En mi epitafio:

Aquí murió, viviendo mientras hablaba de muerte, y odiando mientras hablaba de amor.

¿Quién entierra un amante al que asesinaron sólo por querer de más?

viernes, 18 de abril de 2014

Ángel

Lo he entendido al fin.

Lo he supuesto desde que viniste aquí. Cuando septiembre nos descubrió toda una vida de historia, una historia de vida. Todo lo que nos hemos dado: historia y vida. Entonces, desde la cima de un comienzo, desde la máxima alegría con partes a medias y trenes que no terminaban de irse jamás de la estación tan nuestra que parábamos cada domingo antes de despedirte, aprovechando cada minuto y teniéndote que ver luego corriendo para llegar a tiempo al vagón, me creía algo más que ahora. El encanto de un amor infinito.
No sé quién me desveló que a veces sólo se existe de una manera en la vida de alguien. Intentamos aferrarnos a la nuestra aunque doliera, aunque nos llevara tantas noches en vela. Pero siempre juntos. ¿Cuántas apuestas sobre volver a ser en tantos años nos hicieron falta para entender que hay historias que terminan?
No te desanimes. Aunque sepa todo esto, hemos luchado. ¿No ves que si hemos perdido hemos ganado historias que contar, más que algunos tienen?
Pero no hemos podido más. Lo he entendido hoy, entre viajes y canciones.
Me conoces tan y tanto que podrías saber ahora mismo qué soy, incluso cómo estoy.
Te has metido tan dentro de mí que te tendré en mi vida siempre como una enorme marca de nacimiento, justo en mi pecho.
Ya eres parte de una historia vital. Te encantaba saberlo.
Pero no queda más. Seamos pasado, siempre en tonalidad amor. Te gustará saber que jamás nos olvidaremos.

Mi ángel: no dije para siempre, pero ¿quién dijo hasta nunca?

miércoles, 16 de abril de 2014

Conocerte: Insomnia está muriendo

¿De dónde me traes tú las buenas noches?
Yo te he dado las mías malas, y aún así cada noche me esperas con la misma gracia que la anterior. ¿Acaso te he llamado?
Llevo deshoras de tanto, tanto insomnio. ¿Me traes tú el sueño? Si me lo traes, jamás me lo quites. Duerme pronto, pero deja que escriba antes de dormir y deja que me pidas mil encantos.
Quítame todo, todo lo malo, y hazme dormir.

Durmiendo de ti, ya me ves.

Conocerte: Lágrimas de bañera

¿Para qué quitarnos las lágrimas de la cara? Las nuevas, limpias, puras lágrimas. Más humanas que el amor, más sencillas que el vivir. ¿Por qué no dejarlas en las mejillas como dos ojos más que enseñen el alma? Los cadáveres de la tristeza, cada uno en un lado, confundiéndose con la piel, transparentes como un enamorado y corrompidas por la causa que las crea, como un desenamorado.
¿Por qué no dejarlas para siempre, como un tatuaje del ser, del interior, del principio de todo? La creación más física del dolor más interno. Dejarlas como estatuas que cuenten lo que queremos esconder cuando las quitamos. ¿Para qué borrarlas de la cara, como si quisiéramos borrar con ellas el motivo de su existencia? Como si con cada lágrima saliera una imagen, una palabra, una hora vivida. Queriendo destruirlo todo, nos secamos siempre las lágrimas. Que nadie vea nuestros dolores. Todos por dentro hasta que broten de nuevo de nuestros ojos otras dos gotas vivas, confidentes, las que nos han visto por dentro como a trasluz, atravesando noches, silencios, pasillos de penas.

miércoles, 2 de abril de 2014

Conocerte: Bienvenido

Esta soy yo en forma de escritos.
Aquí están mis noches más íntimas, lo que nadie se atreve a saber, las horas más dolorosas. En menor medida, mis días no tan horribles condensados en pequeñas frases. Cuando soy feliz no escribo; vivo. Y cuando soy infeliz tras escribir comienzo a vivir.
Eres una parte, ya. Nadie lo podrá negar jamás.
Estás fuera, en la entrada,  observando los cadáveres sobre los que escribo. Te preguntas qué amaron más de mí, qué les hacía llorar de mí, qué soy.

Yo, desde el otro lado, con el corazón descansando por fin, espero al transcurso de los días y a que no me dejes dormir. Has llegado como un impulso a esta puerta, como un secreto, como la ilusión en el sol de verano.

Bienvenido.

lunes, 31 de marzo de 2014

Tres/?

¿Por qué me obligo a escribirte?
Ya no quiero hacerlo más.

Ya me dueles poco, horrible desamada.
Se van las lágrimas y el sufrimiento, y las canciones tristes de medianoche, y el no escuchar muchas otras que se me hacían tuyas. Ahora las escucho, las canto, las tocan, y me encantan de nuevo.
¿Se me ha curado ya este desamor? Ojalá, ojalá.
Llegará la lluvia y todo se irá con ella por siempre jamás.
Sólo una lluvia más para despedirte.
Tus cartas no son fuego ni agua. Son cartas. Nada más. Arrinconadas, subterráneas, de nadie. Un cadáver en mi armario que jamás revivirá.

Gracias por desquererme; no hubiera podido dejar de ser infeliz por mí misma.

viernes, 28 de marzo de 2014

Dos/?

Todo con lo que solía recordarte: tus palabras, repetidas en mi boca como si de pronto ella se tornara la tuya y dejara así de reclamarte -¡reclamarte!-, las canciones horribles y punzantes, mis propias manos; todo. Lo he deshecho en el nuevo mundo, el que creo, en el que vivo una metamorfosis.
En un intento de matarme, he renacido. ¿Se podía renacer hace más tiempo? Nunca me lo dijiste. Nunca me dejaste.
Dejarme, dejarme.
Dejarme, a mí, dejarme como un autobús que tomas, como un estorbo.
La palabra ronda mi cabeza todavía en esta metamorfosis.
Dejarme, para siempre, como si las personas fuésemos cosas y los te quiero no fueran te quiero y fueran de momento.
¿Qué clase de amor insano has vivido, niña? Te pudrirá por dentro y te consumirá lentamente, felizmente. Vas a ser tan, tan feliz.
No entiendo, supongo, qué hice yo en todo esto. Nadie me avisó de que algún día dejaría de reconocerte y fueras de pronto todo odio y muerte y risas vacías y soledad, y causa de mi resentimiento más dañino y profundo. Me pregunto quién eres cuando te miro desde aquí. Me pregunto qué has hecho conmigo y si sabes qué has hecho. Me pregunto si algún día podrás morirte por siempre de mí, así como tú nos mataste para siempre porque sí.
Rompo las noches, los días, las antiguas horas.
Anoche rompí aquel día en el mar. No lo siento nada, pero supongo que esto a ti te afectará. Ni siquiera comprendes que no soportaba mirarte sin poder besarte. Ni siquiera comprendes que no puedes hablarme cuando quieras. Ni siquiera entiendes que te quiero más muerta que viva hoy por hoy.
Que te entierren bella, como siempre te has gustado, rodeada del daño que has sembrado, de voces que griten todas las cosas que tú jamás me dijiste por cobarde, por ser como eres, y que no te dejen en paz, que te condenen a la eternidad infeliz, así como tú sentenciaste mi infelicidad, mi particular infierno, asegurado cada noche en mi cama, suplicándote, y tú deseando olvidarme, como si fuera un estúpido libro del cual te puedes deshacer cuando dejes de querer, al que poder abrir y cerrar sin explicaciones, el cual pueda romperse en tus sucias manos mientras tú lo miras impasible.
En el nuevo mundo estás muerta. En mi metamorfosis personal no mereces mención.
Me doliste.
Nos mataste.
Te amé.

lunes, 24 de marzo de 2014

Abandono ahora, aquí, para siempre.
No me despido, a nadie le gustan los finales.
Sin saber el por qué, sin nada, me voy.
Que nada me duela en muerte, sólo descanso.
Seré feliz.

Uno/?

El silencio tras una historia que se despide mata y consume a todo aquel que lo vive.
Tras pronunciar la última palabra, aquel adiós, la sentencia, la espera que calla ahoga a cada amante.
¿Qué queda por decir? Piensa. ¿Qué queda por morir? Piensas.
Como último consuelo, último respiro, un abrazo te une a ella de nuevo. Te trae hacia ti, con permiso previo.  ¿Puedo abrazarte? Te mira. Deseas odiarla tanto y no puedes que los ojos te gritan y sólo dices que sí, mientras tus manos inquietas suplican poder contar que huirías de la Tierra por morir a sus pies. Poder abrazarte no, debe abrazarte. Ahora no, como final no. Qué horrible final, te dices. Debe abrazarte cada día de tu vida. ¿Qué clase de amor tan intenso y puro es tan injusto? Todos.
La promesa de los ojos que no engañan, que quieren pero no pueden, que escapan y se cuelan en tu ropa, te desnudan en un segundo para después desaparecer y quedar tú sola mirándola, revive siempre lo que temes tanto cuando dejas que alguien entre en tu vida. Te pierdes ahora porque lo has hecho desde siempre. Porque te has abandonado a sus encantos desencantados y amargos desde hace diez noches junto a ella.
Es mejor. Mejor que todo acabe. El amor debe acabar algún día. Con todos, y con todo. Con la vida, con la muerte, con el propio amor. Conmigo también. Contigo, incansable, ni la muerte. Arrastraría mis lágrimas hasta al propio fin si me dejaras amarte.
El amor, el propio, ensimismado, odioso amor, me ha traído hasta aquí. Soy alguien desenamorada de él, una amante más. Un cuerpo más que sintió, que vivió, que murió de amor. Una historia más de otras tantas. Una víctima más, tantas como noches existen. Un abrazo como despedida.
Así, así de grande es ese silencio. Agonizando, das media vuelta.

Morir de amor ya no queda tan lejos estando aquí, abrazada de desamor a tu lado, ¿no crees?

jueves, 6 de marzo de 2014

Un día menos

Menos mal que te has sentado lejos y no es este olor el tuyo. Olor a amor, a enamorada del amor.
Y que no me ves llorar más. Ya nunca más, un poco menos, a veces casi, pero nunca del todo.
Menos mal que los buses van siempre llenos de gentes, de vidas de gentes, de abrazos, de risas mías, de aquí, de donde yo soy, de donde no salgo o nunca vuelvo.
Menos mal que al volver siempre me alegran los días, que hay familias que no se eligen y las que se eligen aún me hacen vivir más.
Menos mal que siempre sembré cariño y ahora recojo amor, tanto amor que poco conoce de todo nuestro diciembre.

Menos mal que lo días duran veinticuatro horas, y que este ya acabó.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Cómo sobrevivir sin ti: Día primero

Hoy al despertar sabía que ya no éramos. Algo desgarrando mi cama me lo contaba mientras dormía. Por ello he abierto los ojos, y los he vuelto a cerrar.
La realidad me inquieta. He olvidado lo que es sentirse sola y no tener confesor. Lo que es vivir sin el abrazo diario que ha sido tu momento más bello del día, la sonrisa de los días que pesan. ¿Cómo sobrevive la gente sin tener a alguien a quien hablarle antes de dormir?
Cada día tendré mayor necesidad por escribirte. Resurgirán todos los pensamientos que había apartado, todos los sentimientos condensados, todas las cosas que me quedan por decirte.
Yo, hoy, ahora, podría escribirte una carta de amor y no sabrías si hoy es hoy o de pronto es diciembre y somos. Y felices, también.

Sólo estoy en la bañera porque acostumbro a llorarte aquí. Porque he decidido que aquí será la primera vez donde realmente sienta que no estarás jamás.

Duele ahora la vida mientras pienso en ello.

Cómo matarme la esperanza

Hoy te esperaba.
Escuché la puerta cerrarse y pensé que serías tú.
Abrí los ojos deseosa de que fueras tú.
Imaginé un futuro en el que cada día, fueras tú.
Y entonces casi desperté de un sueño viendo que no eras tú.

Ojalá, ojalá hubieras sido tú.
Ojalá hubiera vida para nosotras.

domingo, 23 de febrero de 2014

Realidad 1ª: Out of my head

Supongo que es cuestión de olvidar.

De borrar lo dibujado, de descreer en lo que creías, de quemar cartas, odiar días, despedirse de camas.
De matar la ilusión, de enamorarse del desamor, de matar la vida, llorar hasta que deje de doler.

Negar mil veces con las lágrimas en las manos.
Suspirar. Dejar la ira correr, después el odio, después todo el amor que te quitas sola, después los besos.
Es desnudarse de alguien.
Arrancas su pelo de tu hígado, tan lentamente que agonizas.
Lloras su saliva. Sus manos en tu pecho. Fuera todo.
El amor en tu sangre, y desangrar hasta siempre. Hasta los últimos días de todo.
Hasta irte lejos cada poco, hasta lo que no sabes que escribes.
Sangrar siempre, siempre el amor. Todo el amor. Se vierte, se derrama.

Los minutos corren deprisa, mientras escribes. Hablas. Comes. Abrazas. Alguien te mira, te ríes. Vives. No quieres, pero vives. Vives sin los mapas, sin el libro aquel, sin el país aquel que ahora odiarás. Sin aquella parada de metro, sin canciones, ni esa película. Sin el alma, vives. Sin la sangre que tanta vida te ha dado. Que tantos besos te ha dejado conocer. La misma sangre que ahora es ella. Ella es sangre, y sin ella mueres. Y la dejas ir. Que se vaya. Lejos. La quieres cerca, pero se va lejos. Se desangra ella. Y la sangre, también.

¿Tiempo? Deseas aferrarte a que pasará rápido, a las horas felices que serán pocas, a los días horribles que te entretendrán de sufrimiento, a las preguntas que matarán algo de ti, al nombre impronunciable, latente, sangriento, que te nombrarán mientras tú lo desechas noche a noche en tu cama, cuando todos saben que no duermes, que vas a sufrir, que pobrecita, ella que reía, que hablaba tanto, que siempre soñaba."El amor aquí, y allá, y ella es tan guapa, y anoche soñé con ella, y la otra tarde fuimos a sentarnos en aquel banco, y sólo viendo el tiempo pasar estuvimos horas. Sólo el tiempo, pasaba el tiempo, y ella conmigo. ¿Y yo? Que me hablen de vidas; yo la tengo a ella."
Ya no, ya no. Pobre. ¿Quién le advertiría? ¿Alguien cuidó de que no llorara por las mañanas, cuando la vida se le hace un poco más fácil y más bonita? 
Lo contarán en el mundo entero, cada uno con su nombre particular, sus marcas para siempre en la piel, de abrazos y dientes, y sus sitios favoritos.
Todos lo contarán. Tú contarás la gente en el autobús que habrá vivido lo mismo. Te llorará el alma, el corazón, las manos, el pelo, los pies. Todo llorará. Y de noche, a sangrar. A deshacer historias, sueños, nombres, familias. Una vida entera a sangrar.
Anunciará la noche tu muerte despacio. Nadie irá a verte: todos sabrán que has muerto. Seguirás cantando. La lágrima aquella llegará hasta el suelo. Lo pisarás pensando: aquí yo hace veinte noches la tenía. Cuánto dirás, cuánto pensarás. Cuánto vas a sangrar.
Vas a sangrar todo menos la esperanza. Vas a intuir que está detrás, que te espera aquí y allá. Que va a venir a verte. Que va a coger toda tu sangre y va a volver a besarte mientras tú vuelves a respirar, y todo aquello de la cama y del amor platónico del que no te curas nunca. Aprenderás a desesperanzarte. Lo harás mientras te ahogues cada tarde-noche en la bañera. Y tus canciones se ahogarán contigo.

Es cuestión de olvidar, de tiempo. Te van a doler los oídos de escucharlo. ¿Qué vas a decir tú? Lo has temido desde que dejaste que naciera a tu lado y que te llorara en el hombro, y desde que empezaste a estudiar su pelo y lo mal que te quería.  Lo has creado todo. Destrúyelo ahora.
Y luego a ti.

Es cuestión de olvidar: de olvidarte de vivir, hasta volver a saber cómo hacerlo.


Tan sólo me falta mirarme y pedirme perdón

Acostumbrada a echarte de menos cuando todavía eras algo más que mía,
ahora que sólo el aire me acompaña, no sé echarte de más. 

miércoles, 19 de febrero de 2014

Cobardía vital.

Al límite del precipicio.
Sin camino, sin canciones, sin cuerpo ya.
Me destiño con el roce del agua. Me dejo ahí. Me confundo con el aire. Todas las cosas que no puedo arrancar de mí se quedan en el suelo de la bañera. Caen por su propio peso. Allí, en el fondo, parecen más pequeñas de lo que las sentía.
Con todo eso de menos, ya no soy. No escribo. No quiero. Nada.
Soy agua. Colores, la canción, todo en el fondo. El precipicio a lo lejos, con sombras sentadas, con puertas abiertas y anónimos que recuerdan que el mundo sigue funcionando. Ya no hay mundo para mí, al menos. Y ya no escribo más. Soy. No soy. ¿Qué hice ayer?  ¿Lloré con alguien? ¿Hay autobuses en la muerte?
Los ojos (¿qué ojos?) ya no miran, no ven. No toco nada. No oigo nada. No siento nada en mi pecho. Ya no tengo pecho. Ya no hay móvil. ¿Cómo huiré?
No hay luz. No hay nadie. Sólo pienso. ¿Qué hay si sólo pienso? Pienso, vivo todavía, todo se ha ido, y yo lo sé. Lo puedo saber. Ojalá no lo supiera. "Date la vuelta y huye. Camina hacia la carretera. Corre. ¡Salta! Ya has muerto." Pero los pies no marchan. No hay pies. No hay carreteras. No hay muerte, ¿o soy muerte? Ya no escribo. No puedo. Sólo pienso. Yo sola, oscuridad, y sólo pensando. Imágenes, vivas, tan vivas que siento mi pensamiento llorar. Pero no hay más.
¿Moriré de muerte? Jamás viví de vida.

Secuestrada en mí misma, obligada a sólo pensar, a la muerte sin morirme. Es lo que tengo. Me desgarro el pensamiento, me araño mis recuerdos, sangran mis nostalgias.

Sola. Me destiño en la bañera del precipicio. Me ahogo de oscuridad, de no-existencia. Me muero de muerte.

Adiós.

viernes, 14 de febrero de 2014

Ojalá pudiera justo, ahora mismo,  escribir mi último texto.

Que me busquen entre sepulcros, entre tumbas, entre arboladas, entre ríos, entre el mar Mediterráneo entero. Entre la propia muerte.

jueves, 13 de febrero de 2014

Febrero: Testamento

Oniria está triste. Ya no canta canciones alegres. Ya no sonríe en el autobús. Ya no le encuentra la belleza y el placer al vivir.
A veces piensa que alguien la cogerá del brazo y le dirá algo que la hará volver a respirar tranquila. Que alguien la abrazará en ese preciso instante. Que alguien de entre tantos la llevará a donde necesita estar desde siempre. Que escuchará de nuevo "será un encuentro inesperado en noche azul..."
Oniria escribe de ella en tercera persona, intentando escapar de su realidad. Intentando que todo aquello le sea ajeno. Una lectura cualquiera, anónima y silenciosa.
Oniria duerme cuando todo le duele.
Nada le quita esas ganas de llorar siempre. Canta, y sólo canta tristeza, y las lágrimas le nacen en los ojos, en cada ojo, uno por muerte y otro por vida. Todo le llora. Todo se llora. Se llora ella misma. Hasta la vida se llora.

Oniria escribe con su canción, mientras piensa que jamás tendría que haberla compartido, que hay cosas que tienen que quedarse en las pestañas de la intimidad. Piensa también que su pelo huele bien y que no se ha dado cuenta ni por el viento húmedo por sus lágrimas ni por los abrazos. Y que a veces le sobra todo.
Oniria cierra los ojos una noche más, una noche sin nombre. Como ella lo será algún día. Una noche sin nombre. Tan breve, intensa y anónima como ella misma.
Oniria está muriendo. La vida se le muere. Y la noche se acaba ya.

Se te acaba la noche, Oniria.

lunes, 10 de febrero de 2014

Febrero: Belice.

Un día me iré. Me iré de verdad.
No sé si me ves del todo capaz.
De cambiar nombre y edad
Y si me encuentras decirte: ¿de quién me estás hablando?
No, no, no, no, no lo haré jamás.
Me falta valor o fuerza vital.
¿De qué me sirve salir de esta inmensa ciudad si de quién pretendo huir seguirá dentro de mí?  Eras tú, y eres tú.
Si puedo escapar es con la mente.

domingo, 9 de febrero de 2014

Mi madre está enferma

Mi madre está enferma.
Lleva tiempo tumbada.
Moquea. Se duerme.
Despierta. Me habla.
Pregunta. Me mira.
Yo le digo nada.

Las noticias de fondo informando.
A mí no me importan.
Las oigo sorda
mientras mi madre escucha
y me habla, y yo ausente
le respondo nada.

Me mira de nuevo.
Mientras camino, me habla.
Se queja del frío
de que esté enferma,
de las noches que pasa
y todo lo que yo hablo es nada.

Pregunta por todo,
por lo que tengo y lo que no,
por lo que vivo y lo que muero,
hasta por mis sueños pregunta,
y por poco, o por mucho
pronuncio nada.

Está sola ahora;
he dejado su compañía.
Atravieso el salón
mientras el frío abraza las cortinas,
mientras mi madre apaga el televisor
y ya no se escucha nada.

Me giro, me detengo, la miro,
y escucho cómo me dice
si no seré yo la que esté enferma
de tristeza y de lo que callo
y confieso que estoy enferma,
que estoy enferma, pero de nada.

sábado, 8 de febrero de 2014

Febrero: Cadena perpetua.

En estos últimos días he frecuentado algún café, algún restaurante, algún colegio antiguo, alguna calle llena de historia. El viento me ha golpeado la cara. El autobús me ha resultado más plácido que mi propia cama, fría cada mañana, abandonada y desagradecida. He estado sola, he tenido compañía. He mirado al techo buscando un único motivo para continuar viviendo y no abrir la ventana; he tenido conversaciones banales y que ya he olvidado. He descubierto canciones, he roto con algunas del pasado.
En estos días he sentido mi corazón como una silueta construida por hilos, y he sentido algo dentro de él rompiendo algunos. He creído escuchar el sonido de un hilo ya roto, ya ajeno a mí, al contacto con las paredes de mi corazón cómplice e inmóvil.
Todo se ha tambaleado que ahora me encuentro encantada con cualquier detalle insulso. En la mañana de ayer hallé en un dibujo del mármol de la pared de mi baño una belleza interesante. Esta tarde las miradas de dos adolescentes me absorbían completamente mientras el mundo pasaba a mi lado en forma de calles.
He encontrado en la escritura mi medio de supervivencia. En este lugar tan público y a la vez recógnito que, a lo sumo, no son más que una serie de códigos y números. Y he entendido que  leerme a mí misma es todo lo que necesito. Como escuchar esa nueva canción. Es todo lo que me llena esta noche en la que la vida me parece un poco más carente de sentido y, por una vez, no me importa. Y, por una vez, una película consigue atraparme y sacar de mí una simple aspiración.

Todo esto me hará llegar a algo algún día.

Por el momento, sólo me queda publicarlo, dejar que mi canción termine, y con ella mi estado de vigilia, y todo empiece. Y el día de hoy ruede en el tiempo y se convierta algún día en un vago recuerdo. Deseo que llegue ese día, francamente. Al fin y al cabo, eso es sólo sucumbir al vivir.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Febrero: Barcelona

Suelo obligarme a no dormir, esperando que mi sueño se desvanezca conmigo misma, y fundirme así en unos ojos insomnes para siempre. Y es en estas noches en las que quiero dormir y no lo hago por esperar, cansada de que nada ocurra, en las que siento que se me escapa la vida. Y entonces el quererte es más secundario, y la belleza del cielo y de la poesía, y lo que les preocupa a los de aquí y a los de allá, y este frío insoportable que se me pega en la piel... Todo es menos, y se me va la vida siempre, siempre de noche.

sábado, 1 de febrero de 2014

Febrero: Aquel vagón asiduo.

A ratos me pregunto si no es este daño que se me pega a la piel el mismo que has sentido tú a días. Si no es esa prisa que de pronto me corroe al despedirnos la que sientes tú cuando te diriges a aquel vagón asiduo que se ha retrasado un minuto hoy. Si no es esta herida de aquí que jamás sangró aunque pensaras mil veces que sí la que también tuviste tú cuando era verano y éramos un poco más libres o menos ciegas. Si no es esta melodía la que sonaba cuando te llamaba y tú fumabas distraída, y te fumabas hasta las ganas. O si no es esta boca la que hemos besado y con la que nos hemos dormido otras noches (y vidas) más para nadie, más de ir descalzas.
O si, en fin, es esta mente la tuya y por eso dirijo siempre todos mis silencios a ti, y mis momentos para no callar también, y esos de "no pienso en nada", pero siempre en tonalidad tuya, siempre esperando a que otro pensamiento llegue y con él componer una partitura, pero siempre en tono tú.  ¿Entiendes?

A veces siento que me has anulado, que ando como sin voluntad, que el corazón se me ha hecho tan ancho, tan ancho, que soy todo corazón, el órgano más feo de todos, pero donde me dicen que te tengo. Y yo ya no sé si es lo que escucho o es lo que tú dices,  ya no sé si te tengo o te soy. Ya no sé por qué mi música es poco más que tu manifestación sonora, ni por qué la poesía eres tú en verso, y más que no te cuento. Ya no sé si a veces sabes lo que voy a decirte porque ya has venido de mí, porque lo que pienso está ya dentro de ti, y es por ello que ríes cuando yo no veo que me miras, y es por ello que lloras y me duele o me despierto a las 5 de la mañana con la mejilla húmeda. No sé si cuando te digo que te amo siento en realidad lo que tú amas. Ignoro si no lees esto porque ya lo conoces desde antes de ser letra.

Sólo sé lo que dejas escapar de ti, lo que me dejas por vivir yo.
A veces planeo ser yo también un descuido e irme poco a poco. Y que venga el frío y yo ser frío y así morir.

domingo, 26 de enero de 2014

Rosa

Desencajada desde la primera parte de la noche. Portugués sonando a un lado del precipicio. Rompiéndome las muñecas y el amor propio en cuatro palabras que oírte. Voy a odiarte el resto de mis horas de (des)ahogo personal.

sábado, 4 de enero de 2014

En esta madrugada

En esta madrugada me encuentro queriéndote. Y digo me encuentro y no me busco porque me sé de sobra el mapa que trazo como único destino tú. Y sé de sobra todo eso de que todo me recuerda a ti y que no tengo que pensar más de un segundo para caer en ti.
Me encuentro entre deseos de dormir, y así restar minutos al infierno de estar sin ti, pensando en nuevas formas de amarte, creando nuevas vidas en forma de escritos para acercarme a la eternidad y así no mueras jamás de mi humilde literatura.
Me encuentro queriéndote e, incluso a veces, en alguna madrugada rebelde, me encuentro durmiendo.