lunes, 23 de junio de 2014

Just like the ocean, always in love with the moon

A deshoras miro al mar, el por siempre enamorado de la luna y de sus nocturnas sonrisas en alguna cama de nadie. Se miran a veces como antiguos y eternos amantes que son, pidiéndose mutuamente, diciéndose que sólo será una noche más, únicamente para recordar cómo era besarse, qué era sentirse.

Cada noche, y por capricho de la luna, el mar y la luna vuelven a verse y a quererse. Y después, cuando es de día, mientras la luna se va lejos, el mar se queda ahí, extenso y enamorado, roto y silencioso.

Aparece entonces el sol, abraza al mar y de tan fuerte que lo abraza, lo calienta y se evapora así su dolor. 

Y todo se queda en lluvia.

lunes, 9 de junio de 2014

8/XII/13, 20:34



Primer día de estar muerta.

Las ventanas cuentan que hace mucho frío fuera. Nadie quiere irse demasiado lejos. Los que quieren, acabarán por desaparecer y entonces será inútil esperar que sea de otra manera.
Mi cuerpo está en un quinto esperando que el frío entre en mi pequeña anarquía.
Creo que todavía espero que alguien vuelva y se siente a preguntarme qué escribo.
A nadie le interesan ya los escritos. Todos vienen y van como desubicados, sin destino, preguntando por hechos mortales que no alcanzo a concebir en mi sentido de la importancia.

Quiero morir joven, de vejez. De peso, de mucho amor.

Quiero morir de vida.

Las únicas palabras que pretenden socorrerme me hunden todavía más.
Es imposible volver a respirar. Las lágrimas me ahogan en mi propia desgracia. Nadie me escucha ya.

Quiero morir, y muero en vano.

Amor

Yo hubiera sido pintor,
me hubieran estimado en póstumo,
en mi vida me hubieran ignorado,
y me hubieran estudiado en futuro.
Hubiera pintado en negro y azul,
en días de noche, de oscuro,
y de color de luz en días plenos,
días de entender el vivir.

Yo hubiera sido poeta,
sin musa ni maestro,
sin inspiración ni instrucción,
sola, ensimismada.
Hubiera sabido de rimas,
de métrica y metáforas,
y otras tantas que les siguen,
y que dignas, las acompañan.

Yo hubiera sido cantante,
y hubiera enamorado siempre,
en cuanto mi voz hubiese sonado
y conforme diera a unas notas, alma.
Hubiera sido reclamada,
y yo hubiera siempre cedido.
Cantando, alargando el momento exacto
en que vida y muerte se distinguen.

Yo hubiera sido más;
hubiera sido mucho;
hubiera sido tanto;
hubiera sido todo, incluso.
Yo hubiera sido vida;
hubiera sido universo;
hubiera sido cielo y tierra;
hubiera sido muerte, incluso.

Y es aquí, en este punto,
donde te encuentro,
donde hallo el límite,
donde empieza mi fin.
Te me apareces, en conclusión,
en la síntesis de mis ambiciones,
y como causa de esto que arde,
de esto que, en escrito, es ya ceniza.

Yo hubiera sido todo,
y mucho, y tanto y más,
y vida y muerte y universo,
y cielo y tierra, también
si en vida no te hubiera conocido,
si jamás hubiera sabido de ti,
de todo de ti,
de hasta lo que no sé de ti.

Extrañaría que no te cuestionaras
mis males y la causa,
y el por qué de conocerte
y de que este mate tantas virtudes.
Pues decirte, querida,
que conocerte es amarte,
es querer darte mi vida
y morir por vivirla a tu lado.

Es por esto, que decir
que poesía, música y en todo, arte,
sería todo lo que yo hiciese
si no te hubiera conocido.
No es desgracia, no es lamento,
ni me atormenta, en fin.
Sólo siento que todo aquello
está en mí sin estar en mí.

Y de esta contradicción,
sinsentido que tú explicas,
siguen mis intentos
de crear arte, torpemente.
En resultado, todo es tuyo
porque siento que tuya también soy yo,
y que todo lo que canto, dibujo, escribo,
eres tú, siempre tú.

Nada más por explicarme,
termino decidiendo "amor",
pues es causa de esto que vivo,
y de que este escrito trate de ti, y lo escriba yo.


Enero, 2014

sábado, 7 de junio de 2014

Comptine d'un autre été.

Hemos estado separadas tanto tiempo,
viniendo del idilio amistoso,
entre la cicatriz del exceso vital
hasta el presente más distante.

Declaro mi consecuencia por confusión,
por tomar por demasiado nuestros encuentros
asiendo por ti aquello malo,
lo que erigió mi lóbrega herida.

Fue el subsidio un consuelo fugaz,
consuelo nacido de la paz de mis días,
pues la falta que entrañabas
era mayor que cualquier cosa que infligieras.

Serás por siempre en mi mente
referente de cultura, literatura, filosofía, arte,
fuente indefinida de admiración
y hermana de mi vida más que amiga.

Más que compartir tiempo, nosotras
compartimos esencia: ¡escritura!
¿Qué símbolo más bello de sentido vital existe
que el escribir como arte que tomamos ambas?






jueves, 5 de junio de 2014

De ti

Una foto mía esta noche en el suelo de tu habitación: yo de espaldas, con un costado sangrante, causa tuya. Sin mirarte jamás, no más. Rehazlo todo. Menos a mí. Ni al otro lado me adoraste.

Aquí estaré bien; ya me cuidan.

martes, 3 de junio de 2014

Noviembre y otras utopías

En alguna parte de Suecia, en el patio de una casa en la que se ve de noche, reflejada en la pared, la sombra de una farola, nos hemos vuelto a encontrar.
Había nieve por todas partes, todo frío, como me ha gustado siempre. Todo blanco, sin nadie más, alejado del mundo del que nunca hemos formado parte y llevamos conociendo meses de olvido. Compartiendo minutos con nada más.
Hemos hablado tanto que he perdido la manera de volver a casa.
Mirándote a los ojos me he asustado. Me ha dado miedo pensar cuánto te he estado queriendo hasta que besaste a otra. He entendido lo engañada que me he tenido, pesando de noche alguna forma, sin querer, de que esta historia se repare por sí sola, aunque eso me matara noche a noche, como llevaba haciéndome menos de un año.
Hoy nos hemos hablado, historias que duran once meses y días de tortura. Como si todo fuera invierno. ¡Qué invierno nos dimos!, piensan aquellos de allá. ¿Los has visto? Morirán los últimos. Estaremos despidiéndonos para siempre y ahí seguirán ellos, esperando que nos abracemos y digamos "¿sabes? Creo que moriremos de olvidarnos, antes que de querernos mal. Sufrir contigo no duele tanto cuando he tirado noches por la ventana de sufrimiento por echarte de menos." Qué invento, el de querer. Qué dolor me has dejado, como la huella esa de ahí detrás de ti, en la nieve. Nunca seré yo la misma aquí, lejos.
Me has abrazado hoy, ya sin miedo, con cierta pena. Te lo he notado en las manos. Dejaré, te he prometido, alguna hora de notarte tanto, y pronto empezarás a llegarme menos. Hasta entonces, tus manos han vuelto a otras, a saber: ojalá tu corazón vuelva a sentir.
Desamor me has llamado ahora, mientras me río. Cómo duele, en fin, reírte lo que me quitas. Soy desamor; lo ríes todo porque lo sabes. Estoy herida de guerra, y no escribiré yo la historia: perdí.
Me siento entre la nieve, yo. La más deshecha. Soy yo agua entre todo esto. ¿Me has visto reír? Fue lejos de tu mirada. Aún impides que cada noche deje de pensarte.
Nos hemos encontrado, hoy, aunque me hayas perdido.
Yo, a otro lado, lo he escrito para conservarlo como única copia en forma de líneas y así sólo me duela al leerlo.
Tú no pensarás hoy en mí.

domingo, 1 de junio de 2014

-

Alguien me ha pegado el dolor de los besos ajenos.

Ya hay silencio en las noches de recuerdos, cada vez más breves, más guardadas en las cajas de los cadáveres que aún se pasean por mi cuarto. Ya voy olvidando y todo me mata menos.
Pero aún está aquí el eco del último amor, primer desamor por siempre. Aún a veces cuando la abrazo siento que aquellas manos volverán de otra manera, por costumbre, por el conocer de su cuerpo y el mío, porque lo que la mente olvida, las manos y el corazón recuerdan. ¿Y a quién le importa eso cuando quién ya tiene de nuevo por quién suspirar?
Yo, condenada a desenamorarme tan rápido como quiera, he hecho del amor y del venir de los sentimientos, un bello juego, en el que pierde todo aquel que quiere entrar. Me han regalado flores, rojas, y también muertas por desamor y abandono, y sigo aquí, mirándolos a todos, como si fueran uno sólo, cruzada de piernas, mientras dejo que cada uno me cuente algo nuevo de la vida, hasta que me cansen para siempre y les despida, pidiéndoles no volver. Son ciclos que vienen y van. El amor no me sabe, porque ya no lo meto en mi café. Ahora este me sabe a horas de pensar, de vivir, de mí misma, hasta que me llamen egoísta por no volverme a dejar morir por ninguna más.
Quién sigue siendo quién, razón de que ya no crea en manos que se juntan y pasean. Lo despedí cuando todavía se moría, y ahora lo vuelvo a saludar, revivido, conociendo nuevas gracias. Se quiso ir, obligada a dejarlo libre. Y quién nunca volvió a mí, porque nunca me perteneció. Porque nadie pertenece a nadie. Y porque ahora nadie ya no cree en el amor.
Pero ayer, el otro día, hace muchas vidas, volví a sentir aquel pesar extraño y amargo que aún deambula por recuerdos de quién y nadie. Me contaron cosas que nadie quiere saber aunque quién se alegre.

Alguien me ha pegado el dolor de los besos ajenos.