sábado, 3 de noviembre de 2012

Oniria

Se incorporó motivada por el hecho de escuchar las primeras notas de Lover, you should've come over y empapar así la almohada y su pelo de lágrimas. Desde aquella discusión, o decepción, o herida que trataba de tapar en la intimidad y a espaldas de él, aquella canción había pasado a ser el himno de la nostalgia cuando sentía el desamparo propio de los desesperados del mundo. La ansiedad le consumía. Se engañaba a sí misma cerrando los ojos y diciéndose que iría a dormirse pronto. Para cuando volvió a pensar en ello, ya estaba lejos de dormirse, sentada en su cama, con los codos apoyados en sus rodillas, llorando sin alivio ni consuelo posible. Y es que, ¿a quién acudir cuando sólo le podía ayudar un desconocido temporal? Un desconocido que aparecía para dañarle, para hacerle sentir rencor y para dejarle noches imborrables de necesidad, ahogada en la soledad y en llantos de silencio. Sus problemas con aquel desconocido le perturbaban y le quitaban el sueño. Imaginaba una reconciliación sin previo aviso, aunque fuera sólo por una noche, en la cual ambos bailarían esa canción nostálgica, esta vez con un toque de amor, y en la cual el mundo insomne les atraparía por siempre. Pero jamás ese desconocido vil y cruel compartiría una noche con ella, ni cedería ante su desesperación. Sólo dejaría que existiese una noche que ella trataba de afrontar: una realidad de madrugada, en una cama con la almohada húmeda y con un despertador que sonaría sin piedad en escasas horas. ¿Y quién podría hacer justicia por ella? Sólo esas paredes, ese bolígrafo que sostenía y ese papel, cómplices de un sufrimiento y una desesperación que tardarían noches eternas en desaparecer de aquella cama.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Lover, you should've come over

Insustanciales, simples y planas. Pierden su forma sin yo darme cuenta de ello. Lo contemplo desde fuera, asimilándolo lenta y dolorosamente. Más lenta que dolorosa. Mis ojos y mis manos habían experimentado y coqueteado ya con las despedidas definitivas, con la soledad prematura y con ojos de vidrio sin color, como para asombrarse ante tales desgracias. Dramatizando cada partícula de las huellas que se borraron sin querer, o queriendo aparentar que se borraron sin querer, pretendiendo siempre defender las distancias, los distintos caminos que toma una vida en poco tiempo y las excusas mal diferenciadas. Solemos pensar demasiado o nos dejamos abandonar sin querer pensar más. Pero a veces es imposible pensar cuando te sangra el corazón y te araña cada centímetro de tu cuerpo. Te arrastra hasta la más absoluta derrota y dejas que pase el tiempo para poder asimilarla y darte cuenta de que somos susceptibles e inestables hasta límites insospechados. Pero seguiremos fingiendo y olvidando, aprendiendo sin aprender y oyendo sin escuchar. Hubo una parada demasiado larga en aquel camino del viaje que no tuvimos que realizar, aunque tan solo eso nos hubiese salvado de crecer sin poder elegir más de lo que teníamos. Las garras desaparecen de forma distintas, pero dejaron de existir en su mayoría. Obligadas a abandonarme por desilusiones, decepciones y situaciones que se nos presentan sin saberlo.
Quizá aquel viaje no tuvo jamás destino. O quizá el destino fue aquella parada tan perpetua.

Seguiré escuchando a Buckley mientras llueve, bebiendo vino caliente y tomando galletas.



viernes, 31 de agosto de 2012

Nostalgia


Llegar a casa es como descubrir la escena de un crimen. Repasar lentamente cada signo de su presencia. De pronto recuerdas en vez de vivir. Un silencio inunda la casa. Te quema. Lloras. Llorar alimenta el alma, es la comida de la soledad. Nostalgia.
Miras el reloj: llegas tarde. ¿A dónde? A ninguna parte. Sólo sientes que llegas tarde.


sábado, 18 de agosto de 2012

Jag älskar dig

La forma con la que abrazas mis creencias más invisibles, mis experiencias más mudas y mis gestos más pequeños me recuerda que siempre tendré espacio en tus brazos y en tus infinitas noches.
Cuando las sonrisas se vuelven reversibles y se cruzan mil veces y una en mi garganta, se silencian para siempre y nunca vuelven a existir. Piensan por mí y dificultan que pueda caminar y mirarte sin apartarte la mirada. Mi cariño se pierde entre tus gestos. Los suspiros hablan por mí y te preocupan constantemente. Pero vuelves a recogerme, distante pero seguro, sabiendo que por muchos minutos que tardemos en llegar a nuestro reinicio, siempre quedarán manos que coger para atraerte hacia mí y parar la calle durante cinco eternos y sordos minutos. Pero las sonrisas tornan y con ellas mis cuerdas vocales dibujan de nuevo dos siluetas mirándose fijamente. Una enfrente de la otra.
Termina el camino. Volvemos al mismo punto. Seis horas. Y me despiertas. Subes corriendo, te abro la puerta en pijama. A oscuras, en silencio, susurrando. Entonces es cuando vuelvo a tener lugar en tus brazos, olvidamos los después de y las conversaciones imposibles e interminables. Sólo con tus ojos, los míos dejarían de llorar. Tus pupilas se humedecen al rozar mis mejillas.
Te hago sitio en mi cama y cerramos los ojos. Beso en la frente.

Buenos días.

viernes, 3 de agosto de 2012

18

Es este lugar preciso el que perturba mis impenetrables noches en las cuales el sonido más nítido pasa desapercibido tapado por la majestuosa calma que abruma mi ser, y con él, mis oídos.
Es este espacio imperecedero y etéreo a la par el que no deseo a nadie. Esta situación que retomo como quien retoma la minuciosa decoración de un hogar sin acabar y unas habitaciones sin vida.
El sutil brillo de fondo deja entrever los detalles más notorios que desdibujan las delicadezas del paisaje frío y urbano que adormecen mis ojos en cuanto alzo la vista.
Los caminantes que pasean ocupados y ensimismados en sus propios pensamientos golpean sin cesar mi brazo y me devuelven a la realidad constantemente, alejándome de la atenta y suave sensación de estar inmersa en mi mente y mi perplejidad ante tal escenario.
Bajo mis pies, un suelo castigado y mugriento que revela los detalles más escabrosos de las tantas historias vividas y por vivir de aquel emblemático horizonte que apenas es visible entre la muchedumbre y el gentío civil.
Mis pasos concisos perturban la seguridad de los muchos futuros pasajeros que se balancean entre sus propias pisadas y que se distraen con cualquier ocupación, tal como escuchar música o leer cualquier sandez.
Me miran con reparo mientras observan mi vestimenta. Comprueban cada prenda que porto y pronto sus ojos caen en mi sombrero negro para después coincidir con mi mirada furtiva, atenta a cada expresión o gesto de los que me contemplan. No demoran en perder el interés por mí y continúan con su itinerario.
Me dirijo convencida hacia mi destino. Compruebo varias veces el billete que asgo. Lo entrego. Camino sin pausa y me introduzco en el lugar donde pasaré las próximas tres horas.
Anuncian los últimos minutos para entrar. Se cierran las puertas. Comienza el viaje.
Y con él, mi esperanza resucita y se renueva sin ser yo consciente de ello, mientras observo distraída los últimos instantes de mi eterna y prematura ciudad.

martes, 22 de mayo de 2012

Vacío

Sigo arañando las horas. Sigo gritándole al tiempo. Todavía no me he ido. Me quedan apenas unos pasos para abandonar finalmente la sala. Y cada punto me daña, me atormenta y se me hace infinito.
Las paredes me rozan, me susurran, me suplican. Pero estoy lejos de ellas; en realidad, lo estoy de absolutamente todo. Sólo tengo ojos para la madera que avanza junto con mis pasos. No es que esté demasiado lejos, pero la espera se hace interminable. Aun así, no tengo prisa. De vez en cuando, de forma automática, debido a las muchas marcas que has dejado en mi cuerpo y en mi cara, me giro y no queda nada. Algún cuadro en la pared me describe lo que ya no recuerdo. Y de nuevo siento dolor. Pero entonces camino más rápido y vuelvo a sentir que respiro aire nuevo. Es como vivir cada minuto de forma distinta.
Cómo espero salir de aquí si apenas tengo pies para caminar los últimos pasos, si me aferro a las paredes y me apoyo en ellas mientras dejan que me caiga y que vuelva a girarme. Y así continuamente. Y no veo el final.
Parece que esté, pero no está. Cierro los ojos, pero es imposible hacerlo. De tanta oscuridad que hay detrás de mí, mis ojos no pueden cerrarse. La luz que mis ojos buscan parece inexistente.
Entonces un sentido más se activa. Parece una guitarra. Y está lejos. ¿Qué dice? Apenas lo entiendo. El seseo molesto y estridente me hace pensar que la voz es conocida. Y sí, quizás haya coincidido con esa existencia unos pasos atrás, pero llevo ciega con los ojos abiertos tanto tiempo que soy incapaz de mirar más allá.
Todo carece de sentido cuando miro atrás. ¿Por qué seguir? ¿Para qué? Nadie puede oírme. No tengo voz para gritar, ni sonido que el mundo conozca para que se pueda percibir. Lo que me posee y lo que duerme dentro de mí desde hace algunos metros de pared permanece igual de perturbante e igual de doloroso que siempre, y sé que cualquier cosa que saliera de mí no atravesaría ni mi propio cuerpo.
Me paro en seco, pero nadie lo nota, nada lo nota. Las voces se callan.
Y me quedo allí de pie, pequeña, rodeada de un mar oscuro que tiñe mi cuerpo y le da una forma imperceptible, esperando simplemente a olvidar.



domingo, 13 de mayo de 2012

Historia de una Hache.

Aún lo sigo esperando. Con la misma desesperación mal disimulada, las mismas tonterías. Pero lo espero, irremediablemente. No, no es irremediable, ya lo sé.
Como el vacío al terminar una canción, al decir la última palabra, al tocar el último ritmo con el último acorde. Ese final. Silencio.
Y sabes que no hay más, que detrás de eso no hay nadie más. Nadie te escucha, que estás tú sola. Que por mucho que lo grites, que hagas que te escuchen, te va a dar igual. Que quieres tu música para ti y para él, y para los que te aprecian, y nada más. Que la historia y el pasado y el presente que te unen a la música, son cosas que sólo interesan a esas personas que están por ti a todas horas del día, y que van a ti, y que te esperan y te lloran sin que nadie más lo sepa. Y que eso, no aspira a nada más. Que una vez lo cuentes, no habrá más.
Eso es todo.
Que sólo puedes seguir esperándolo, pero sabes que no llegará. Que pierdes el tiempo.





Me late el corazón. Rápido. Muy rápido.
Y te echo de menos.



Y aún no sé qué hago aquí.




domingo, 6 de mayo de 2012

Que sea cierto el jamás

Notar entre sombras que tú estás ahí. Que esas son tus manos, que están donde deben estar siempre. Entender que me estás diciendo te amo con cada respiración. Contarte, sin decir nada, que teniéndonos no quiero ni necesito nada más. Acariciar tu cuerpo. Sentir cómo tus ojos se cierran y se abren. Escucharte susurrar lo que siempre he esperado escuchar. Adivinar tus labios, acercarnos y besarnos casi sin rozarnos. Permanecer así toda la noche, mientras siento cómo tu cuerpo me toma y cómo le dice al mío todo lo que el tiempo nos ha quitado. Crear universos en descuidos.

jueves, 3 de mayo de 2012

I'll find a way

Está tranquila.
Por fuera.

Las yemas de sus dedos llevan un rato sangrando a causa de mordérselas. Casi nunca se altera. No se permite liberarse, no permite que su voz destaque, que su palabra valga más, que tenga voz. Su complejo de inferioridad le acompaña desde los 10 años, junto con miles más. Mira hacia su alrededor. Intenta buscar algo que le aferre al día a día, que le motive para sobrevivir unas semanas más. Explica a alguien en quien confía cosas que no terminan de encajar, para ver si explicándolas, ella misma se aclara. Pero es inútil. Las malas palabras nunca perdonan, nunca se olvidan, nunca se van. Y más en algo que desde el principio se creyó verdadero y eterno, y que sigue siéndolo. Pero mientras las palabras salen de su boca, se cae y se pierde entre ella misma. Niega mil veces diciendo que no puede hacer más, que tiene límites. Pero no la escucha. Hay cosas que al salir de ti mismo, dejan de ser mundos, y se convierten en una simple oración compuesta llena de lágrimas que las simples personas que te oyen constantemente, no ven.
¿Por qué has tenido un día malo? ¿Quién te va a hacer a ti daño con una simple palabra? Tú que tanto soportas y tanto has escuchado por desgracia en el mundo que bien conoces y que detestas y amas, que tanto y tan poco sabes de lo que te duele. "Ya pasará."

Disculpa que se sienta tan vacía, pues no le sirven dos simples palabras. Todavía es débil, y más que lo será. Todavía es demasiado influenciable. Pero no la desprecies, no la infravalores. De verdad que ya lo hace más que mil de vosotros juntos. Pero nadie le grita. No consiente que le perturben. Sin embargo, sólo con un susurro, una triste palabra, todo su orgullo y su mejor risa desaparecen.




Y luego, ¿qué? ¿Por qué de pronto parece tan imposible, luego tan vacía, luego tan simple, luego tan dulce?




Su ansiedad ha cesado con algunas conversaciones. Por muchas que sean, intenta no ser tan vulnerable, y se repite las palabras que tanto ha escuchado desde su niñez. Pero algunas lecciones se han visto entorpecidas con el paso del tiempo, con la adolescencia, con su día a día, con la gente a la que no desea ver pero que sin embargo tiene que soportar en silencio... Sólo intenta seguir sobreviviendo y abrirse camino como pueda. Sabe que no necesita apoyo por mucho que piense que depende en exceso de las personas.

jueves, 26 de abril de 2012

Afterlife party

Apenas tiene tiempo para correr. Acepta desde hace varias constelaciones y noches de obsesiones infinitas y sufrimiento a corto plazo que su indefinido y distinguido cuerpo abandona poco a poco la vida que conoce. Ya no le duele. Ya no le atormenta. Ha estudiado meticulosamente sus huellas y puede recordar sin dificultad sus mejores momentos. Algo recorre su cuerpo. Por desgracia, la materia con la que ha compartido toda una página llena de poemas le dice adiós sordamente mientras ella reclama que no se separen. Su interior jamás tuvo la edad que el resto del mundo le pedía. Lo entendía entonces y lo ha entendido siempre. Pero ya no tiene sentido insistir en ello. Ahora sólo puede pedir algo que mantenga su respiración constantemente. Necesita grandeza, pero a pesar de sus muchos esfuerzos, hace años que no siente nada intenso. Se pierde en el día a día. No hay nada más detrás de esos rayos de sol que contempla desde su limitado espacio. Qué puede hacer. Deja un mundo rápido que desconcentra y perturba su mente. Pero ya lo ha aceptado. Hace tiempo que eso convive con ella, y lo sabe. Sólo espera un último suspiro que la haga vivir, pero llega tarde. Se marcha sin despedirse, sabiendo que jamás dejó huella, y que simplemente pasaría a formar parte de un número más.

You've got to dance little liar

Me avergüenzo y no sé por qué. Un paso más en un presente, cinco atrás cuando quiere. Aún lo leo y me persigue. O lo persigo yo, aunque sea en vano. Esperarlo en un banco, sentada, es inapropiado y lo sabemos y todos lo intuyen. Y unos metros se aproximan y me odian, y yo grito riéndome escandalosamente. De nuevo, en vano. Se abre una grieta en mi esperanza y desaparece junto con la blancura de una sonrisa. Y yo, me tumbo y me quejo de la forma más infantil posible, mientras lo más dulce del aire que mueve mi pelo me calma y me dice al oído que no hay otro hoy, ni otro sentido a todo esto. Me sumerjo en el jamás y en lo que un día existió.


Siento, pero cada vez menos.

domingo, 22 de abril de 2012

Bound to fall

Caminan por la misma calle. Sus pasos son la música que suena ese viernes por la noche en ese preciso lugar. Cualquier otro sonido no es válido. De vez en cuando miran al cielo, simplemente por dirigir la mirada a algún punto concreto, o miran hacia atrás para entender su recorrido. Él la mira de reojo, pero es inútil. Ella intenta escuchar cualquier sonido proveniente de él, pero es imposible.
De pronto, una carcajada sale de su boca. Sus ojos se cierran más de lo normal, mientras deja ver su sonrisa. Por desgracia, ni ella misma conoce su cara. Pero no le importa. Sigue riendo. Recuerda con claridad las cosas que el tiempo aún no se ha llevado y que ha dejado para recordarle de vez en cuando que todo sigue tal y como es, y que así debe ser para siempre. Sabe que podría revivir el recuerdo que ahora tiene en su mente siempre que quisiera, aunque simplemente sea para que respire por un momento y entienda que por muchos "en fin" que existan y que oiga a gritos, hay cosas que no se desvanecen.
Pero su risa poco a poco va amainando junto con la imagen que visualiza ahora. Le duele no poder elegir esa imagen, le duele que sea tan difícil asumirla y que se haya creado de forma casi inapreciable. Un cúmulo de discusiones, de golpes contra la pared, de personas invisibles que carecen de importancia. Piezas que por separado simplemente se ignoran con una muestra de realidad entre ellos, de la sinceridad más pura que conocen, de algo que debería convivir con ellos siempre, pero que esas piezas, al juntarse, forman un puzzle imposible de deshacer que les duele y les entorpece al caminar.
Donde hace apenas unos segundos había una sonrisa, ahora hay unos labios cerrados y unas lágrimas que caen por su contorno.

Se oye un suspiro, aunque sólo ella puede oírlo. Se ven unas lágrimas, aunque sólo él puede verlas.

Él no entiende nada, está confuso. Por desgracia, no ha podido oír esa carcajada de su distante compañía.
Conoce la situación, pero la lleva mejor. No se escapa todas las noches en su busca porque necesita simplemente ver cómo sus pestañas se mueven cuando ella cierra los ojos. Él no es débil. Pero a veces resulta incluso frío hasta para ella. Por eso, sólo grita. Sólo escupe sus palabras. No tiene maldad, pero ella no le comprende y le hiere.

Algo vuelve a cambiar en ella. Un gemido sale de su boca. Con sus manos, aun ignorantes del daño que ella misma se ha hecho con ellas, toca su cuerpo.
Tampoco se ha ido el recuerdo de un momento que, en su día, fue algo natural y espontáneo. Algo que sabía que pasaría a formar parte de toda su vida, lo quisiera o no. La pasión sigue viva, y ahora se había adentrado en su cuerpo de tal forma que le hacía gritar. Pero no le dolía, incluso lo necesitaba. Y ahora, es ella la que le mira a él, que no se ha dado cuenta de absolutamente nada. ¿Qué puede saber él?
Vacío.
Vuelve a sufrir. Necesita que esa pasión se adentre también en el cuerpo de él. Necesita volver a revivir con él aquel momento. Pero él, ingenuo, sigue tratándola como le apetece. Si tan solo por un momento pudiera apreciar todas esas muestras y esos regalos que ella le ha hecho... Si tan solo los leyera... Pero no lo hace. La aprecia de otra forma, y en un momento como ese, no puede recordar nada que no le haga gritar de nuevo.

Hay metros de distancia entre ellos. Les duele. A uno más que otro, posiblemente. Se sienten más lejos que nunca. Se hacen daño, se rompen poco a poco. Pero lo ignoran. La rutina les puede. Todo les puede. Quizás aun haya alguien dispuesto a romper todo lo que supone estar así, pero enseguida se calla y se queda en nada. Qué duro es aceptar que hay cosas que se escapan de tu control. Qué difícil es completar absolutamente todos los espacios. Ya no son ese nosotros. Ya no es eso que desaparece y aparece en la vida de los demás. Ahora es él. Ahora es ella. Ahora son dos personas que caminan. Saben a dónde, algo que no deberían saber, pero aun así, les da igual. Siguen ese estúpido camino mientras apenas saben de la existencia del otro.

Él es sordo. Ella es ciega.
Él se detiene, no puede seguir caminando; está herido. Pero ella no puede verle.
Ella intenta hablarle, intenta explicarle todo lo que su cuerpo le permite. Pero él no puede escuchar cómo se lo dice.
Y así, de la forma más cruel y más estúpida posible, sus caminos se separan.

lunes, 16 de abril de 2012

Me, mine, myself (no more silence in me)

A menudo cruza sus pies. Suele evadirse en la bañera de su casa. El agua es suficiente para hacer que deje de sentir ese peso que a veces levita y otras cae directamente sobre su espalda. Juega con las palabras. Aprecia y cuida la música como nadie podría entender. Camina ausente, mira fijamente a todo el mundo. Siempre busca algo más de las personas, siempre espera más de ellas. Confía en ellas, confía en su sinceridad. Jamás se ha valorado como debería, y lo sabe perfectamente. Se excusa fácilmente. Se pone nerviosa si no conoce la mirada de los que la observan. Se fija en los detalles más absurdos, como en los gestos de los desconocidos en el autobús, en su forma de hablar y en su forma de observar lo que les rodea. Es capaz de hallar la belleza hasta en la persona más despreciable. A menudo se pierde entre sus pensamientos, aunque siempre es consciente de todo. Desvía el tema de conversación de forma casi imperceptible cuando sabe en qué puede acabar. No le importa invertir tiempo en algo si sabe que le va a proporcionar al menos algo, aunque luego, a la larga, resulte dañino. Es conformista hasta extremos, pero a veces es complicado contentarla, ya que busca la felicidad en las cosas más estúpidas y más invisibles. Analiza absolutamente todo y en todo momento sabe lo que está pasando a su alrededor. Sabe cuándo desconfiar y cuándo dejarse llevar por los sucesos, aunque a veces el miedo a hacer el ridículo le impide obedecer a su instinto. Cuida de ella misma en silencio. Es difícil verla de verdad. Para encontrarla realmente, debes buscarla por las noches, cuando se muestra tal y como es. Sabe cómo ser y cómo comportarse en todo momento. Sabe muy bien quiénes la conocen y quiénes la aprecian por cómo es, y quiénes no. Es curiosa, mucho, pero domina cuándo serlo. Miente cuando es necesario. Odia no tener el control sobre algo y que puedan jugar con ella. Bien sabe que no es única. No lleva bien que no opinen como ella. Le cuesta escuchar algo que no le gusta. Siempre tiene algo por lo que hablar y algo que decir. Le encanta dar su opinión, aunque la reserva para quienes saben apreciarla. Es intolerante con lo que le parecen injusticias. Aparenta tranquilidad cuando le conviene. Aunque por razones de fuerza mayor no tenga dominio total de su mente y cuerpo, sí está muy unida a ambos y muy cerca de tenerlo. No le gusta destacar. Adora conocer a las personas, y aun más, sus peculiaridades. Conoce lo que es capaz de ofrecer, conoce sus límites. No le cuesta entender cualquier forma de pensar, pero sí admitir que la entiende. Sabe que sería casi imposible encontrar a alguien que pudiera valorarla y mirarla de esa forma que ella necesita. Normalmente se mantiene ausente a vista de casi todos, pero siempre está dispuesta a atender a quien sea necesario, a cualquier hora, cualquier día. Es impaciente, pero siempre busca el final, cueste lo que cueste.


 Ama y depende a la par.

domingo, 15 de abril de 2012

La història que mai hauria d'haver passat.

T'escric aquesta carta, més amb el cor que amb les mans, explican-te la nostra història que mai hauria d'haver passat, intentant donar-li un altre sentit. Provant a reviure-la amb altres paraules, més per tu que per mi, ja que sé que no te'n recordes de mi i que et vas emportar el teu cor i el teu "t'estime per sempre" amb tu. Ja fa més de dos anys que va passar tot. Te'n recordes? Aquella vesprada interminable que em feia mal el cap i que tu no deixaves de mirar-me. Encara no sé per què vas aparéixer. Jo, que acostumava anar a aquella botiga que tant m'agradava, no esperava trobar a ningú. Allí anava des de feia dues setmanes. Algun dissabte de matí. Alguna vesprada solta. Per què just vam haver de coincidir? Podria no haver anat, podries no haver-te fixat en la secció de música indie. Podria no haver preguntat per un disc, havent d'esperar així en la secció de música. Podries no haver agafat el mateix disc que estava mirant. Podries no haver-te fixat en la meua samarreta i podriem no haver parlat. Podriem no haver coincidit per mil coses. Sé que no es pot atribuir a un fet terrenal una explicació còsmica, pero tot estava tan ben preparat per a què ens coneixèrem que tindré que permitir-me a mi mateixa pensar-hi més enllà. Vam acabar aquella vesprada passejant junts. I això, era més del que esperava d'un desconegut. Per a quan vam tornar a veure'ns, ja em tenies. D'una forma indescriptible. Però jo encara no ho sabia. Ara sí. Ara entenc per què quan em vas contar que temps enrere havies conegut al teu tot, em vaig caure. No literalment. Per molt que ho dessitjara, el món va continuar sent igual, menys jo.

Tot això va passar progressivament. Et vaig començar a estimar a la tardor. A la primavera, ja no t'estimava de la mateixa forma. Només va passar tot en unos mesos. Els dies amb tu, les conversaciones impossibles, els teus ulls clavats en mi, dient-me "mai seré teu, només puc ser d'ella".
Tot i així, em deixaves formar part de tu, i jo de la teua vida. Però ja veus, que la meua manera d'estimar-te va ser més forta que res.

En estiu vaig deixar de saber de tu. Ella no volia, jo ho necessitava. Ella era el teu tot, jo mai vaig ser suficient (veritat que ho pareixia quan discutíes amb ella?)

A la segona tardor amb el teu record en el meu cap, te'n vas anar. Que no tenia dret a saber almenys de tu? Pareix ser que no.
Ja veus. Tant de temps invertit en tu, per a res. Com pots comprovar, el meu dolor és més gran que la teua infelicitat. Continua viu.
Encara no sé què pensar de tot això. Dubte de si estàs viu i tot. No ho puc saber.
Tampoc sé què fer amb aquesta carta. Ja veus que la nostra història va ser com un conte. Però el final no me'l vas contar. Almenys sé que tinc dret a crear-ho jo mateixa.


Per això termine aquesta carta amb llàgrimes als ulls, però sabent que algun dia deixarè de dessitjar-te mal, que algun dia aquestes llínies desapareixeran de la meua vida i del meu cor. I amb elles, tu, deixant un buit en el meu passat que mai podrè oblidar, ja que hi ha coses que no s'obliden, sinó que només canvien de lloc en la memòria.

martes, 10 de abril de 2012

Confesaré: ha vuelto aquella fiebre de siempre.

Pocos años vividos. Traicionan al tiempo, traicionan a la familia.
Aclararse para volver a sumergirse en un mundo de mentes inestables. No es sano avanzar entre un mar vacío y seco.
A veces lo parece, a veces lo es. Nunca se queda. Me abandona, me araña. Y se va.
Es complicado no pensar cuando no quieren que pienses, no recordar cuando no te dejan recordar. Prohibir, cohibir, presionar. No te hace único, no te hace mejor. No te hace bien; no te veo superior.
En el coche todo pasa más lento. Los años pesan, las paredes encierran, los gritos se evaporan. Y bailar no ayuda. Miras por la ventana deseando evadirte, pero es imposible. Luego todo se complica. Al menos me alegra que puedas despreocuparte. Condicionar tu vida, atarte a lo más imposible, a lo más débil y cobarde, a lo más dañino, es inútil.

Qué relativa es la felicidad. Conformarse es suficiente desde hace siglos. A veces todo se rompe desde la primera hora de la mañana. Las conversaciones a las 8 am nunca salen bien, no. Excepto cuando te reservo un sitio en mi cama, y vienes. Y voy. Y te despierto, y me despiertas. Y te doy mil besos y te cuesta despertarte, y tú, sólo con apoyarte en mi cama, ya me despiertas. Sueño profundo, sueño ligero.

A respirar.

domingo, 19 de febrero de 2012

Have a nice day.

Hoy levito entre tus ojos y entre tu forma de mirarme. Entre el ruido de tus pasos por mi pasillo, entre los susurros de euforia que recitaban tus manos al acariciarme la piel. Levito y miro por encima de cualquiera, y ni siquiera les supero en altura. Sólo siento que podría alcanzar cualquier trozo de cielo, que es tan infinito en su totalidad como tan reducido en tus pupilas cuando alzas la mirada para descubrir desolado que detrás de todo eso que sueñas siempre hay algo más.

Hoy camino descalza, deslizándome ligeramente sobre el suelo, mientras me miras absorto, como si jamás hubieras visto a persona alguna caminar de esta forma. Y yo, ingenua a la par que pícara, te dejo que me observes, te regalo una parte de mí y me regalo a mí misma tus ojos. Me adueño de tus sentidos sólo por un momento, sabiendo que podría hacerlo siempre que con mis manos, o con mi pelo, o con mi forma de andar, pudiera decirte te quiero de miles de formas jamás escritas, ni jamás sentidas. Porque así lo siento, y así te amo, y así te dejo que formes parte de mi camino titubeante, pues sé que necesito equilibro y que tú jamás me lo negarás.

Y finalizo mi estado, más emocional que espiritual, volviendo al suelo lentamente, mientras me sujetas con firmeza, contándome tus inquietudes y por qué te gustan mis lunares y por qué te deja de gustar la lluvia. Y así, tan simple como tu forma de reír, terminamos la noche con un beso en la frente.

Que descanses.