jueves, 26 de abril de 2012

Afterlife party

Apenas tiene tiempo para correr. Acepta desde hace varias constelaciones y noches de obsesiones infinitas y sufrimiento a corto plazo que su indefinido y distinguido cuerpo abandona poco a poco la vida que conoce. Ya no le duele. Ya no le atormenta. Ha estudiado meticulosamente sus huellas y puede recordar sin dificultad sus mejores momentos. Algo recorre su cuerpo. Por desgracia, la materia con la que ha compartido toda una página llena de poemas le dice adiós sordamente mientras ella reclama que no se separen. Su interior jamás tuvo la edad que el resto del mundo le pedía. Lo entendía entonces y lo ha entendido siempre. Pero ya no tiene sentido insistir en ello. Ahora sólo puede pedir algo que mantenga su respiración constantemente. Necesita grandeza, pero a pesar de sus muchos esfuerzos, hace años que no siente nada intenso. Se pierde en el día a día. No hay nada más detrás de esos rayos de sol que contempla desde su limitado espacio. Qué puede hacer. Deja un mundo rápido que desconcentra y perturba su mente. Pero ya lo ha aceptado. Hace tiempo que eso convive con ella, y lo sabe. Sólo espera un último suspiro que la haga vivir, pero llega tarde. Se marcha sin despedirse, sabiendo que jamás dejó huella, y que simplemente pasaría a formar parte de un número más.

You've got to dance little liar

Me avergüenzo y no sé por qué. Un paso más en un presente, cinco atrás cuando quiere. Aún lo leo y me persigue. O lo persigo yo, aunque sea en vano. Esperarlo en un banco, sentada, es inapropiado y lo sabemos y todos lo intuyen. Y unos metros se aproximan y me odian, y yo grito riéndome escandalosamente. De nuevo, en vano. Se abre una grieta en mi esperanza y desaparece junto con la blancura de una sonrisa. Y yo, me tumbo y me quejo de la forma más infantil posible, mientras lo más dulce del aire que mueve mi pelo me calma y me dice al oído que no hay otro hoy, ni otro sentido a todo esto. Me sumerjo en el jamás y en lo que un día existió.


Siento, pero cada vez menos.

domingo, 22 de abril de 2012

Bound to fall

Caminan por la misma calle. Sus pasos son la música que suena ese viernes por la noche en ese preciso lugar. Cualquier otro sonido no es válido. De vez en cuando miran al cielo, simplemente por dirigir la mirada a algún punto concreto, o miran hacia atrás para entender su recorrido. Él la mira de reojo, pero es inútil. Ella intenta escuchar cualquier sonido proveniente de él, pero es imposible.
De pronto, una carcajada sale de su boca. Sus ojos se cierran más de lo normal, mientras deja ver su sonrisa. Por desgracia, ni ella misma conoce su cara. Pero no le importa. Sigue riendo. Recuerda con claridad las cosas que el tiempo aún no se ha llevado y que ha dejado para recordarle de vez en cuando que todo sigue tal y como es, y que así debe ser para siempre. Sabe que podría revivir el recuerdo que ahora tiene en su mente siempre que quisiera, aunque simplemente sea para que respire por un momento y entienda que por muchos "en fin" que existan y que oiga a gritos, hay cosas que no se desvanecen.
Pero su risa poco a poco va amainando junto con la imagen que visualiza ahora. Le duele no poder elegir esa imagen, le duele que sea tan difícil asumirla y que se haya creado de forma casi inapreciable. Un cúmulo de discusiones, de golpes contra la pared, de personas invisibles que carecen de importancia. Piezas que por separado simplemente se ignoran con una muestra de realidad entre ellos, de la sinceridad más pura que conocen, de algo que debería convivir con ellos siempre, pero que esas piezas, al juntarse, forman un puzzle imposible de deshacer que les duele y les entorpece al caminar.
Donde hace apenas unos segundos había una sonrisa, ahora hay unos labios cerrados y unas lágrimas que caen por su contorno.

Se oye un suspiro, aunque sólo ella puede oírlo. Se ven unas lágrimas, aunque sólo él puede verlas.

Él no entiende nada, está confuso. Por desgracia, no ha podido oír esa carcajada de su distante compañía.
Conoce la situación, pero la lleva mejor. No se escapa todas las noches en su busca porque necesita simplemente ver cómo sus pestañas se mueven cuando ella cierra los ojos. Él no es débil. Pero a veces resulta incluso frío hasta para ella. Por eso, sólo grita. Sólo escupe sus palabras. No tiene maldad, pero ella no le comprende y le hiere.

Algo vuelve a cambiar en ella. Un gemido sale de su boca. Con sus manos, aun ignorantes del daño que ella misma se ha hecho con ellas, toca su cuerpo.
Tampoco se ha ido el recuerdo de un momento que, en su día, fue algo natural y espontáneo. Algo que sabía que pasaría a formar parte de toda su vida, lo quisiera o no. La pasión sigue viva, y ahora se había adentrado en su cuerpo de tal forma que le hacía gritar. Pero no le dolía, incluso lo necesitaba. Y ahora, es ella la que le mira a él, que no se ha dado cuenta de absolutamente nada. ¿Qué puede saber él?
Vacío.
Vuelve a sufrir. Necesita que esa pasión se adentre también en el cuerpo de él. Necesita volver a revivir con él aquel momento. Pero él, ingenuo, sigue tratándola como le apetece. Si tan solo por un momento pudiera apreciar todas esas muestras y esos regalos que ella le ha hecho... Si tan solo los leyera... Pero no lo hace. La aprecia de otra forma, y en un momento como ese, no puede recordar nada que no le haga gritar de nuevo.

Hay metros de distancia entre ellos. Les duele. A uno más que otro, posiblemente. Se sienten más lejos que nunca. Se hacen daño, se rompen poco a poco. Pero lo ignoran. La rutina les puede. Todo les puede. Quizás aun haya alguien dispuesto a romper todo lo que supone estar así, pero enseguida se calla y se queda en nada. Qué duro es aceptar que hay cosas que se escapan de tu control. Qué difícil es completar absolutamente todos los espacios. Ya no son ese nosotros. Ya no es eso que desaparece y aparece en la vida de los demás. Ahora es él. Ahora es ella. Ahora son dos personas que caminan. Saben a dónde, algo que no deberían saber, pero aun así, les da igual. Siguen ese estúpido camino mientras apenas saben de la existencia del otro.

Él es sordo. Ella es ciega.
Él se detiene, no puede seguir caminando; está herido. Pero ella no puede verle.
Ella intenta hablarle, intenta explicarle todo lo que su cuerpo le permite. Pero él no puede escuchar cómo se lo dice.
Y así, de la forma más cruel y más estúpida posible, sus caminos se separan.

lunes, 16 de abril de 2012

Me, mine, myself (no more silence in me)

A menudo cruza sus pies. Suele evadirse en la bañera de su casa. El agua es suficiente para hacer que deje de sentir ese peso que a veces levita y otras cae directamente sobre su espalda. Juega con las palabras. Aprecia y cuida la música como nadie podría entender. Camina ausente, mira fijamente a todo el mundo. Siempre busca algo más de las personas, siempre espera más de ellas. Confía en ellas, confía en su sinceridad. Jamás se ha valorado como debería, y lo sabe perfectamente. Se excusa fácilmente. Se pone nerviosa si no conoce la mirada de los que la observan. Se fija en los detalles más absurdos, como en los gestos de los desconocidos en el autobús, en su forma de hablar y en su forma de observar lo que les rodea. Es capaz de hallar la belleza hasta en la persona más despreciable. A menudo se pierde entre sus pensamientos, aunque siempre es consciente de todo. Desvía el tema de conversación de forma casi imperceptible cuando sabe en qué puede acabar. No le importa invertir tiempo en algo si sabe que le va a proporcionar al menos algo, aunque luego, a la larga, resulte dañino. Es conformista hasta extremos, pero a veces es complicado contentarla, ya que busca la felicidad en las cosas más estúpidas y más invisibles. Analiza absolutamente todo y en todo momento sabe lo que está pasando a su alrededor. Sabe cuándo desconfiar y cuándo dejarse llevar por los sucesos, aunque a veces el miedo a hacer el ridículo le impide obedecer a su instinto. Cuida de ella misma en silencio. Es difícil verla de verdad. Para encontrarla realmente, debes buscarla por las noches, cuando se muestra tal y como es. Sabe cómo ser y cómo comportarse en todo momento. Sabe muy bien quiénes la conocen y quiénes la aprecian por cómo es, y quiénes no. Es curiosa, mucho, pero domina cuándo serlo. Miente cuando es necesario. Odia no tener el control sobre algo y que puedan jugar con ella. Bien sabe que no es única. No lleva bien que no opinen como ella. Le cuesta escuchar algo que no le gusta. Siempre tiene algo por lo que hablar y algo que decir. Le encanta dar su opinión, aunque la reserva para quienes saben apreciarla. Es intolerante con lo que le parecen injusticias. Aparenta tranquilidad cuando le conviene. Aunque por razones de fuerza mayor no tenga dominio total de su mente y cuerpo, sí está muy unida a ambos y muy cerca de tenerlo. No le gusta destacar. Adora conocer a las personas, y aun más, sus peculiaridades. Conoce lo que es capaz de ofrecer, conoce sus límites. No le cuesta entender cualquier forma de pensar, pero sí admitir que la entiende. Sabe que sería casi imposible encontrar a alguien que pudiera valorarla y mirarla de esa forma que ella necesita. Normalmente se mantiene ausente a vista de casi todos, pero siempre está dispuesta a atender a quien sea necesario, a cualquier hora, cualquier día. Es impaciente, pero siempre busca el final, cueste lo que cueste.


 Ama y depende a la par.

domingo, 15 de abril de 2012

La història que mai hauria d'haver passat.

T'escric aquesta carta, més amb el cor que amb les mans, explican-te la nostra història que mai hauria d'haver passat, intentant donar-li un altre sentit. Provant a reviure-la amb altres paraules, més per tu que per mi, ja que sé que no te'n recordes de mi i que et vas emportar el teu cor i el teu "t'estime per sempre" amb tu. Ja fa més de dos anys que va passar tot. Te'n recordes? Aquella vesprada interminable que em feia mal el cap i que tu no deixaves de mirar-me. Encara no sé per què vas aparéixer. Jo, que acostumava anar a aquella botiga que tant m'agradava, no esperava trobar a ningú. Allí anava des de feia dues setmanes. Algun dissabte de matí. Alguna vesprada solta. Per què just vam haver de coincidir? Podria no haver anat, podries no haver-te fixat en la secció de música indie. Podria no haver preguntat per un disc, havent d'esperar així en la secció de música. Podries no haver agafat el mateix disc que estava mirant. Podries no haver-te fixat en la meua samarreta i podriem no haver parlat. Podriem no haver coincidit per mil coses. Sé que no es pot atribuir a un fet terrenal una explicació còsmica, pero tot estava tan ben preparat per a què ens coneixèrem que tindré que permitir-me a mi mateixa pensar-hi més enllà. Vam acabar aquella vesprada passejant junts. I això, era més del que esperava d'un desconegut. Per a quan vam tornar a veure'ns, ja em tenies. D'una forma indescriptible. Però jo encara no ho sabia. Ara sí. Ara entenc per què quan em vas contar que temps enrere havies conegut al teu tot, em vaig caure. No literalment. Per molt que ho dessitjara, el món va continuar sent igual, menys jo.

Tot això va passar progressivament. Et vaig començar a estimar a la tardor. A la primavera, ja no t'estimava de la mateixa forma. Només va passar tot en unos mesos. Els dies amb tu, les conversaciones impossibles, els teus ulls clavats en mi, dient-me "mai seré teu, només puc ser d'ella".
Tot i així, em deixaves formar part de tu, i jo de la teua vida. Però ja veus, que la meua manera d'estimar-te va ser més forta que res.

En estiu vaig deixar de saber de tu. Ella no volia, jo ho necessitava. Ella era el teu tot, jo mai vaig ser suficient (veritat que ho pareixia quan discutíes amb ella?)

A la segona tardor amb el teu record en el meu cap, te'n vas anar. Que no tenia dret a saber almenys de tu? Pareix ser que no.
Ja veus. Tant de temps invertit en tu, per a res. Com pots comprovar, el meu dolor és més gran que la teua infelicitat. Continua viu.
Encara no sé què pensar de tot això. Dubte de si estàs viu i tot. No ho puc saber.
Tampoc sé què fer amb aquesta carta. Ja veus que la nostra història va ser com un conte. Però el final no me'l vas contar. Almenys sé que tinc dret a crear-ho jo mateixa.


Per això termine aquesta carta amb llàgrimes als ulls, però sabent que algun dia deixarè de dessitjar-te mal, que algun dia aquestes llínies desapareixeran de la meua vida i del meu cor. I amb elles, tu, deixant un buit en el meu passat que mai podrè oblidar, ja que hi ha coses que no s'obliden, sinó que només canvien de lloc en la memòria.

martes, 10 de abril de 2012

Confesaré: ha vuelto aquella fiebre de siempre.

Pocos años vividos. Traicionan al tiempo, traicionan a la familia.
Aclararse para volver a sumergirse en un mundo de mentes inestables. No es sano avanzar entre un mar vacío y seco.
A veces lo parece, a veces lo es. Nunca se queda. Me abandona, me araña. Y se va.
Es complicado no pensar cuando no quieren que pienses, no recordar cuando no te dejan recordar. Prohibir, cohibir, presionar. No te hace único, no te hace mejor. No te hace bien; no te veo superior.
En el coche todo pasa más lento. Los años pesan, las paredes encierran, los gritos se evaporan. Y bailar no ayuda. Miras por la ventana deseando evadirte, pero es imposible. Luego todo se complica. Al menos me alegra que puedas despreocuparte. Condicionar tu vida, atarte a lo más imposible, a lo más débil y cobarde, a lo más dañino, es inútil.

Qué relativa es la felicidad. Conformarse es suficiente desde hace siglos. A veces todo se rompe desde la primera hora de la mañana. Las conversaciones a las 8 am nunca salen bien, no. Excepto cuando te reservo un sitio en mi cama, y vienes. Y voy. Y te despierto, y me despiertas. Y te doy mil besos y te cuesta despertarte, y tú, sólo con apoyarte en mi cama, ya me despiertas. Sueño profundo, sueño ligero.

A respirar.