jueves, 30 de mayo de 2013

Debe (no) haber

Debe haber suspendida entre orgasmos y alcohol una historia que nos una y nos aferre al por venir. Discreta y densa. Por las noches muda y en la tonalidad de las vías de tren anunciando encuentros por las mañanas. Por las noches con el hambre en los besos y con la textura del café por las mañanas. Y entre medias, cuatro cigarros y un buenos días que recitas para todos menos para nadie, y nadie es yo. Yo que miro, y por cada nube, un fragmento de tu anatomía. Yo que escucho, y por cada tic tac, uno de tus poros. Yo que rompo, y por cada corte, una cicatriz en mi te quiero.

Debe haber todo un siglo musical, historia sonora, extensión de nuestros monólogos. Tanto debe haber construido y creado que ya te has despertado otra mañana sin pensar en ello. Cada gota de ese agua que resuena en tu ducha es un microsegundo de la historia que sin conocer nos ha traído hasta hoy. Escucha cómo desaparece.

Pero hoy el dolor ha sucumbido. No hay canción ni lección en todo esto. No hay banda sonora para el sangrado de mi alma. No hay historia, ni siquiera en forma de agua que no volverá. Ni siquiera en tu cama.

Hoy sólo arde mi muñeca. Hoy sólo soy lágrimas convertidas en vapor al contacto de mi brazo con el agua ardiendo. Hoy sólo existo yo y aquel metal horrible tan íntimo en las noches de desahogo personal. Y en desahogo queda esto.

sábado, 25 de mayo de 2013

Millones (y aunque seas uno)

Desaparecí sin querer. Las sábanas estaban hechas de años. Cada hilo era una foto, o una canción, o un diario que en su día provocó tantas y tantas ganas de cuidarse. El frío más horrible recorrió todo mi ser. Vagué por la pesadumbre tanto que perdí la noción del tiempo. Porque el tiempo desfallecía cada pocas palabras arañadas en los vértices del vacío. Escalofríos deambulando por la cúspide de las sombras musitaron silencios. Caras del pasado me gritaron, con las uñas clavadas en mis brazos dibujando rastros de sangre en mi piel conforme recorrían mi cuerpo, cosas que creía haber ausentado de mis constantes evasiones. La solución que creí perfecta se ahogó en la imposibilidad y en la cordura. Ni siquiera sabía cómo salir de la realidad y pretendía convertirla en lágrimas anónimas y perfectamente conocidas que probablemente preguntaran cómo, dónde y cuándo, y no por qué. La oscuridad aparecería al alba desconociendo la luz que consolaría a la vida. Teñiría de incertidumbre mis antiguos pasos, desde mi infancia hasta mis no-mejores días, y se asentaría en el día a día de mis más cercanos conocedores. Pero dejaría de ser. Después de todo vivimos con nosotros mismos, y nos iremos con nosotros mismos. ¿Y qué somos sin lo que somos?

El tejido se cubrió de sangre. Casi creí ser sangre yo misma. La evasión vino y sólo quiso ser cómplice de mi dolor. Pero ya no lo quería para mí. Ya no me reconfortaba. De entre confesiones entrecortadas, cortes sin profundidad y profundidades íntimas pretendía resurgir. Ahogué mi cara. La borré como pude a base de golpes. Dejé de verme. Al fin y al cabo nunca había sido nadie de verdad. En el pasado había jugado a serlo y a creer que existía e incluso que alguien vivía por mí. A creer que algo de esto importaba de veras y no se perdería como sé que lo hará. Pero la ilusa que reconocí entre las sábanas reposaba ahora en forma de sangre y golpes sobre una muerte sin construir. Y acabé por creer de verdad en todas esas sombras. Y acabé por querer dejar de verme de verdad. ¿Quién quedaba en esto? La burla de la noche resonó en el vacío. Tendida sobre mí misma, con medio cuerpo muerto y la otra mitad casi sin presencia alguna, desfigurada y deshecha, alcé la mirada. Y todo se tornó lento y rápido a la vez. Me vi en el reflejo de tus ojos estando tú allí arriba, rodeado por la luz más ínfima que había visto nunca. Reí al verme. Y sé que fui feliz.


Sí, fui feliz. 

viernes, 24 de mayo de 2013

Can I waste all your time here on the sidewalk?

No sé por qué me extraña verte entre todas las cosas que destruyo a diario entre delirios y nostalgia.
La habitación está azul. No hay luz por ningún sitio, excepto entre mis manos. Pero estás demasiado lejos como para poder atraerte hacia mí sin que desaparezca todo lo que he conseguido atrapar para poder ver frente al espejo mi deshielo personal. Tengo cita con las horas oscuras cada silencio entre frase y frase de nuestras conversaciones. Pero no te quiero aquí.
Podría inundar nuestros problemas con todo lo que me sobra de mí misma, bañándolos de lo que se evapora cuando no contemplas mi cambio de estado. Podría inundar hasta el vacío que me haces sentir cuando llenamos los días de escenas que revivir.

Mis horas oscuras son tan poco mías que a veces creo compartirlas. Pero no haré lo mismo con esto. No te lo llevarás.

¿Y para qué contestar ya? Se han ido todos.
Si me escondo en el ascensor nadie me encontrará jamás.
Y gritaré y lloraré con los labios más que nunca, y sé que no apagaré las luces de mis manos. Me taparé los ojos y espero cegarme así. Me desharé con toda mi esperanza y toda mi oscuridad esencial, y espero entonces que nadie venga y me dejen dejar de ser.
Y entre la horriblemente amada gama cromática azul, entre la nostalgia, entre las horas oscuras y entre la angustia que guardan las paredes de este ascensor, brillará una luz. Todos la verán, pero sólo tú huirás. Te perseguirá y siempre permanecerá en tu retina, como mi cuerpo levitará entre el agua de este deshielo.

Y sé que cuando hayas corrido durante horas y sientas que estás lo suficientemente lejos de todo, recordarás la melodía de esta canción y llorarás. Llorarás, y cada lágrima que recorra tus mejillas estará hecha del agua en la que aún levito mientras escribo esto.

Evapórame.

domingo, 19 de mayo de 2013

Into dust

Aquí sentada, sin frío que me oxide, sin fuego que me consuma, sin tiempo que me deshaga y sin que ni siquiera estés cerca, te cuento las historias que te relaté y no escuchaste. Aquellas que perfilaba y mimaba en mis encuentros con la distancia de tus manos al agua de mi bañera. Aquellas que recitaba en silencio de camino a nuestros encuentros y que repasaba mil veces en mi cabeza, imaginando que al escucharlas caerías sobre mis pies, y luego te repondrías, porque así eres tú, y me querrías un poco más sin yo saberlo. Imaginando que te dejarías ver de verdad aunque fuera durante unos segundos para después volver a sumergirte en mis continuos intentos de intuirte. Imaginando que por fin cederías, y todos los lloros y todas las súplicas serían sólo anécdota al lado de nuestros días, que desfilarían con la misma gracia con la que abres los ojos por primera vez todas tus mañanas. Y presumiríamos juntas con la nostalgia en los ojos de separarnos y, aún así, de entendernos, de conocernos, de sabernos.

Pero nuestros encuentros se tornaban breves. Mal nos quería el tiempo. Y tus acontecimientos dibujaban los pasos que te llevaban hacia ese horrible metro, tan vacío los domingos por la tarde como me quedaba yo al despedirte.

Todas las historias me las quedaba para mi cama, y las encerraba en forma de canciones que más tarde usaría para revivir la esperanza de que al menos, escuchándolas, salvaría una parte de las cosas que me quedaban por decirte en cada uno de nuestros encuentros. Pero ni cien millones de canciones podrían compensar todo lo que yo moría con cada adiós. Si bien eran pocas las horas que pasaban hasta volver a verte, me consumían y se me hacían insufribles. Mis historias me pesaban tanto que me pedían convertirlas en pequeñas líneas que no podía saber si leías o no, si entendías o no, si sufrías o no. Y se acumulaban en forma de escritos que deseaba poder explicarte y recitarte mirándote a los ojos. Pero todas esas historias pasaban de ser mi realidad a ser ficción. El día a día nos pesaba y nos alejaba de vivir lo que deseábamos vivir de verdad. Nos levantábamos, caminábamos despreocupadas. Elegíamos caminos distintos, veíamos paisajes distintos, escuchábamos canciones distintas, pero teníamos el mismo destino. Y yo tu sonrisa clavada al pensamiento. Y todo esto se repetía y se repite hasta hoy. Y sé que esta noche alguna historia revivirá en mi corazón. Sé que desearé enseñarte cualquier parte de mi vida, que desearé revelarte cualquier secreto de mi pasado, que desearé contarte cualquier cosa de mi ser que consiga hacer que me conozcas. Pero nunca lo escucharás. Me verás conservarlo desesperadamente, pero para cuando me preguntes ¿qué?, ya estaré callada y te diré nada con una sonrisa mal dibujada. El presente y las despreocupaciones arrancarán esa historia de dentro de mí y la convertirán en unas líneas que en unos días, si buscas, podrás encontrar. Y entonces vendrá el mañana, y nuestros distintos amaneceres dibujarán en mi mente la escena en la que pienso a diario. Tú a un lado, yo a otro. Tu nombre en una esquina, el mío en otra. Y nuestros caminos, paisajes y canciones diferentes, en paralelo. El destino jamás aparecerá. Está escondido en las historias que jamás volverán a mi corazón.

lunes, 13 de mayo de 2013

Pain solo

Voy a escaparme de este delirio ínfimo (no me creas si me has mirado de verdad). Voy a escaparme y vas a ver cómo huyo, cómo salgo de mis pesadillas, de mi trastorno insano, desconocido, corrosivo. Voy a retorcerme sobre mí misma, a contraerme sobre mi prematura muerte, a dejarme sobre esta calle. Después de esto poco quedará de mí. Voy a caminar a golpes, y llegaré a tu puerta. Ni promesas ni conclusiones, ni despedidas ni argumentos; sólo tu puerta frente a mis pies. Voy a distraer tus pensamientos, a encantarles, a sufrirles. Cuando no puedas más, voy a romperte. Voy a violar tu holgura. Voy a matar tu oscuridad, esta ante el pánico se expandirá y espero que con ella, termines contigo misma.


Y cámara hacia atrás.


Y yo sobre mi propio cuerpo, observándome desde fuera sin poder verme, conteniendo la vida y perdiendo el aliento, dándome la espalda enfrente de mis miedos, cayendo de mis manos hacia mi fin.


Pausa.

domingo, 12 de mayo de 2013

Mar

Las palabras están en el agua. Suspendidas en forma de vapor, llorosas en forma de gotas, puras en forma de lago, hirientes en forma de cascada. Nacen en la boca de tus ríos de sangre, crecen con nuestros menos y se transforman en lianas acuosas de pasión con nuestros más.
Se rompen a las pocas travesías y sollozan hacia mil direcciones distintas, expandiendo la pena, por si pretendía huir de ella. Su ruido contrasta con el silencio de mis gritos. Digo mil cosas sin salir sonido alguno de mi boca.

Reposa a mi costado quien supo traducir mis mares más inmensos, más plenos de prosa y de lamento, más reales, y éste explica qué odio es el que sale hoy a relucir de mi maltratado subconsciente. Subestimo su valía, su compañía y sus traducciones, que a veces observo mientras nadie mira para entender así mejor todo lo que se halla en mi lengua, y más que en esta, en mi propia alma. Y entonces despierto casi sin moverme y sé que ya se ha ido. Ni siquiera me inmuto. Permanezco allí, con los ojos abiertos, yaciendo sobre mi muerte viva.

Impulso del pasado, recuerdo renacido, y entonces ando. El mar en el horizonte, dibujado como un capricho de cien vidas. Tu río me habla: "ya nunca nadie volverá a bañarse en él."

sábado, 11 de mayo de 2013

Mucho sol y poca luz en esta mi habitación

Retazo de mujer,
cuánto te alejas del triste.
¿Qué más debo pedirte para que no me duelas más?


Me preguntas si estoy.
Te digo que a medias.
¿Dónde estás, que no me escuchas llorar?


Allá en los días
en los que quise ser más fuerte
debilitaste hasta mis dedos.


Ni congoja, ni quebranto
cupieron entonces;
hoy son llanto de mi llanto.


Herida perecedera,
vino y fue como tus ojos,
hueca dentro, llena fuera.


Poco eres y mucho pesas,
 pues desdichada te conozco.
Bien te ven, mal saben.


¿Que no soy yo algo menos que tuya?
Estribo que nos separa,
que subo y a menudo pierdo.


Me tomas por insulsa,
contraste con la avidez
que guardo en esa esquina.


Deshecha quedo, 
ya me ves.
Ni sonido ni gracia que me salve.


De mi frío banal
a tu descosido existencial:
¿cuántos escritos para deleitarte?

martes, 7 de mayo de 2013

Gravediggress

Y en realidad, te prefiero así: lejos. Sin que puedas ver mis cicatrices, sin que puedas leer entre líneas mis miradas. Pensándome como extraña, como difícil, como de nadie. Prefiero que no me mires de verdad y que no entres en todo esto. Que todo esto sea inaccesible, que lo tengas que explicar en voz baja. No soportaría que llegases a intuirme. Que pueda salir de tu vida tan fácil como entré en ella. De veras, lo prefiero. Por hoy te agradezco que no sepas sernos.

domingo, 5 de mayo de 2013

Pegada a la pared

Esta noche no será nuestra. ¿Quién te la quitó a ti?

Te espero igualmente donde no quieres que esté. Donde me borras cuando vas pero nunca vuelves. Te espero mientras el tiempo, las desilusiones ilusionadas y las frustraciones pasan por delante de mis ojos, cubriendo el paisaje de días en forma del color de tu nombre tachado.
Me cansas de esperar y te sientas lejos, pero conmigo. Me quieres en forma de abrazos nunca dados. Me tienes casi tanto que a veces no tengo nada más.
Te contesto mientras dejo de sentir mis sentidos que a mí esta noche no-nuestra me la quitó un don nadie que juega a ser conmigo sin el verbo, y conmigo ya estoy yo. Mi cuerpo y yo te despedimos mientras mis suspiros te dicen que no ser nunca formó parte de tus planes. Tus planes se evaporan y con ellos mi dolor.

Tengo una frase escrita para ti, atrapada en nuestros olvidos y escondida en nuestros recuerdos. Tengo un hasta mañana para crear mis días más tristes.
Mío es todo eso y poco más. Mío para siempre. Porque esta noche no será nuestra, y puede que no lo sea ninguna más.

viernes, 3 de mayo de 2013

De mi cama a la tuya

Buenas noches, que ni buenas son tus palabras al decirme lo que te soy, ni noches dejas que sean llevándote contigo la luna, diciendo que está demasiado llena, que vas a vaciarla. Siéndote suya de pronto eres más pequeña. Te dejas ver entre un destello y un silencio astral. Te duerme por necesitarla y hacerla tuya en secreto, quitándome la calma nocturna que te confieso cuando callas. Entonces me miras con tus párpados cerrados, que a veces recitan tus sueños y otras reclaman mis labios. Me miras y me despido de tu encanto. La luna deja de ser luna para ser nosotras, y nosotras dejamos de ser dos pieles que se viven para ser un mucho que cuando duermes es nada y cuando nos quiero es todo. Te nos llevas porque así lo quieres, y me gritas con besos que me tienes tan adentro que ni la noche me atrapará.
Somos luna y no dormimos. Que nadie nos despierte de estar despiertas.

Buenas tuyas, noches mías.