martes, 30 de abril de 2013

Por inercia

Me alejaré de mí. Recogeré del suelo recuerdos vivos que insisten en quedarse conmigo cuando ni yo misma quiero soportarme. Desearé que haya tenido un buen día sólo por saber que algo dentro de mí ha sabido apreciar unas horas insignificantes para cualquiera y a las que hoy no he prestado atención cayendo en el suplicio de ser esclava de mi ignorancia y mi poco amor propio. Le contaré que sólo cinco minutos me han dolido y se me han hecho de nadie, llorándome y sabiendo ser sin ser míos. Odiaré las malas decisiones y el tiempo perdido al ver que con un sólo "no" sabe que he llorado. Haré que los días se conviertan en malas noches y las noches dejen de ser mías. Sabré que lo sabe. Agradeceré sin querer que me conozca. Volveré atrás medio a oscuras para ausentarme del día a día y de lo incapaz de ser feliz que me haces ser, para ser yo misma de nuevo, para recuperarme de lo que me salvó y me mató al mismo tiempo, para saborear la felicidad más imposible y más bella que he vivido jamás. Callaré que no sé no quererle y que sé no quererte.


Te asustaré, y nunca querrás volver a quererme.

martes, 23 de abril de 2013

Don´t die in me

Borrarte a base de miradas vacías.
Anoche fui yo misma. Me quise más que en todas las lágrimas de mi vida. No te esperaba, pero sólo porque sabía que no vendrías. Y es que nunca vienes, ¿lo ves?

Y antes de que estas palabras recorran tus ojos y desaparezcan de tu mente, regálame tu atención. Imagíname a tu lado, con la mirada perdida, sentada de cualquier manera. Imagíname como sueles encontrarme a diario y sin embargo como nunca te paras a mirarme. Tus muchas preocupaciones y despreocupaciones te alejan de mí y te mantienen viva. Te veo muerta constantemente, en cambio.

Gírate y mira a través de mí. Sabes que hay más, que hay mucho más. Sabes que no hablo en vano, sabes que no te miro en vano. Sabes que no me río en vano. Pero te pierdes. Te pierdes en tu pretenciosidad y en lo que has creado, a lo que llamas "yo".

Me levanto y voy a cualquier sitio. Camino sola. Me olvido de ti, de tu voz, de cómo gritas, de cómo hablas constantemente muchas veces sin decir nada. La ansiedad habla por mí cuando te pregunto cómo estás, esperando vacía tu respuesta. Incluso a veces te espero en mi interior. Suspiro, canto, me río. Pero por dentro ardo toda yo, incluso mi temperatura corporal aumenta. Te espero con todas mis ganas y con todas las canciones que tengo para regalarte. Pero tú nunca vienes. Algo en mi interior se quema.

Callando silencios entre nosotras. Esperando todavía que sepas por qué quiero que le demos vida a esa canción.

Me miras sonriéndome, y yo llorándote con la mirada. Y no vienes. Nunca te acercas para preguntarme si te necesito de verdad, si mi mundo se desvanece o si simplemente estoy aprendiendo a quererte. Nunca me esperas tú a mí. Sabes que mis manos se prenden, que mis sentimientos se incendian. Pero te quedas callada. Que me mires no me salvará.

A veces te llamo. Creo que dejaré de hacerlo. Nunca vienes.

lunes, 22 de abril de 2013

Días descuidados

Digamos que tu vida no me importa y que huyo. ¿Estarás?
Digamos que entre besos no quisiste conocerme y que me rompí. ¿Estuviste?
Digamos que ese metro no pasó y no existí y tú dormiste. ¿Estás?
Digamos que nos callo y nos pierdo para siempre. Estar no existe. 
Estar no es verbo sin sujeto.

domingo, 14 de abril de 2013

Míamente

Silencio. Hoy no es noche de dormir. Hasta los insomnes necesitan voces dormidas y mal calladas y ojos cerrados para vivir y sentir que ellos también son, y que ellos entienden también de sueños y de descanso.
Envidio tu cama y envidio tu almohada, pues ellas te atrapan y te hacen suya cada noche de tu existencia, y conmigo ni siquiera has vivido un minuto de magia nocturna. Existo en tu espacio como existe en tu habitación la luz que apenas entra por tu ventana proveniente de alguna cansada farola que mira con recelo la oscuridad que adueña tu ser y que te rodea, pensando lo bello y dulce que debe ser compartir contigo las horas de sueño en las que nadie te conoce.

Y a mí, que la oscuridad y el silencio me huyen, sólo me quedan escritos para ti. Qué será de ti ahora mismo es algo que jamás existirá en forma de verso, pero estoy segura que será lo más hermoso que vaya a contemplar nunca.

La noche y el silencio serás tú, y yo la inspiración, los ojos cansados y el encanto noctívago. Juntas seremos noches y madrugadas. Y con los primeros rayos de sol, abriremos los ojos y seremos amor. Por cada amanecer que seamos, te escribiré todas las cosas que por la noche necesito decirte mientras te miro por mi corazón y mientras ocupas toda mi mente, y por cada noche que seamos, me cantarás antes de dormir y me enseñarás así a soñar.


Soñemos amaneceres, pues.

domingo, 7 de abril de 2013

But everybody knows that a broken heart is blind

A veces te encuentro en el lugar menos esperado. Me sorprendo a mí misma cayendo sin querer en las cosas que construí con mis propios sentimientos y que tuve que deshacer casi obligada por quién sabe si una estupidez o un acierto.
Siempre que te veo, te pierdo a los segundos. Las primeras veces que te vi me giré con la esperanza de darme cuenta de que todo había sido irreal por mil momentos y que volvíamos a ser los mismos, hasta que tú mismo me golpeaste y te quedaste de pie mirando fijamente cómo caía al suelo. Y cuando alcé la mirada, todavía asustada por todas las cosas que se habían vuelto en mi contra sin ser consciente de ello, comprobé angustiada que seguías ahí, quieto, impasible, esperando mi reacción, intentando adivinar mis pensamientos. Me quitabas parte del interior más mío creado minuciosamente durante años de noches despierta y escritos insomnes. Y tú lo sabías.

Creo que el simple vacío que sentía al pensarnos me hizo perder la esperanza que había creado sin saber por qué. Así fue cómo dejé de vivir atrapada entre un odio pasional y un amor roto. Y así fue cómo dejé de girarme para mirarte y cómo comencé a mirar mis propios pies y los pasos que me separaban de ti. Pero el final siguió dentro de mí.

Me escondí más de dos noches en las que te creíste grande y yo lo supe. Y te escuché hablar contigo mismo. Sin verte te vi. Y viéndote dejé de verte. Porque así te creé, a ciegas, y así me despedí de ti.
Para cuando ya no me escondía, tú habías aprendido a ser indiferente. Te sonreí aunque nunca pudiste verme. Después, me despedí de ti con la mano y te di las buenas noches, mientras caminabas a tu manera y te distraías en tus pensamientos, esos en los que un día reiné y que frecuentaba conocer.
Pero sé que, pasadas varias angustias sin nosotros, no estabas del todo mal. Sé que te despreocupabas a diario y que, aunque por las noches te abandonaras a nuestra lejanía y a nuestra complicidad tan íntima, cada día tenías más vida que el día anterior y que renacías de ti mismo. Sé que nunca quisiste ser cómplice de nuestro final y que jamás se te hubiese ocurrido siquiera formarlo, pero, sin embargo, sé también que en algún lugar de tu monotonía que un día me atrapó estés agradeciéndome que yo sí lo quisiera.

Quizás jamás volvamos a vernos. Quizás te vea mañana. Mientras tanto, vivamos sin ti y sin mí una primera y última vez.

Te quise.