sábado, 28 de marzo de 2015

Directa

Siempre que pienso en este pequeño espacio siento que he vivido mucho más dolor del que recuerdo. Que de alguna manera he teñido mis breves escritos de negro y cuando los toco me manchan los dedos.
Pero una noche más acudo aquí. Es absurdo quizás, como si por escribir estas líneas los problemas se fueran a diluir.
La palabra infeliz, entre todas, es la que más resuena en mi cabeza. Soy infeliz porque comparto mi amor con alguien que no comparte el suyo conmigo. Porque esa felicidad que me invade por el simple hecho de levantarme cada mañana se ve frustrada por una misma persona. Y no sé qué más debe ocurrir para que pase algo más. Para que realmente deje todo este sufrimiento de lado. No sé qué me ata. Intento entenderme, hacer las cosas más pequeñas, ver todo lo bello que hay, pero siempre se encarga de teñirlo. Sólo con una frase sacude mi corazón, y ni siquiera entiendo por qué. Por qué tanto dolor, de dónde viene todo, a dónde va y qué lo parará. Son inútiles las palabras, los consejos, las largas noches, las salidas de mi cama a mi terraza, los cigarros interminables con monólogos mentales y los puñetazos a la pared. Es todo absurdo ya.

Dónde me escondo de esto.

sábado, 21 de marzo de 2015

Las ganas mojadas por el humo

Sí, quiero que la patrulla que deambula entre silencios hoy me saque de la cama y me diga "vamos a dar una vuelta". Escabullirme de entre la mierda y fumar a gusto lejos del pijama. Dejarlo bien tirado en el suelo y mantener el desvelo hasta por la mañana. Con el sol ya en las ventanas de todas las casas decir anoche no dormí, pero no pasa nada. Y luego reír fuerte.

Me compraré una máscara mientras vienen a por mí e iré a tu calle, ahora que ya sé dónde estás cuando duermes. Bailaré hasta marearme mientras grito callada. Toda una banda igual de muda que yo me acompañará y después correremos hasta pasar el barrio y todo lo que nos conocemos.

Los días extraños nos han encontrado y hemos vuelto a caer en sus manos de rutina y de cosas pendientes. Polvos pendientes. Pero de todo esto no hablemos ya nunca menos. Vamos a jugar a que estás en la cama y yo no estoy pensando en ti. A que nadie sabe todas las historias con sus respectivos nombres y que yo no me sé tantas canciones.

Estoy en la azotea con el frío en las uñas y en los cartílagos y se me clavan los minutos que tengo que olvidar yendo tras tu pequeña cabeza. Así que como aquí me permiten fumar te tiraré el humo a los pies. Bajarás las escaleras y humo serás.

Y no preguntes más. Sí que quiero huir ahora; no hay mucho más que decir.