miércoles, 26 de junio de 2013

Yo estoy en ello

Desde mi anarquía vital, donde las cosas son más cosas si están en el suelo, donde la luz es capricho y el negro es anécdota vestida de color sepia, te miro con recelo y cierto resentimiento. Con la columna clavada en mi miedo y la espalda curvada te pido que no lo hagas. Sentada sin estarlo y encerrada en tantos cuerpos vacíos te escucho y te sufro. Pienso a solas, como cualquier ser pensante, como cualquiera que se levanta y sólo ve un suelo, y sólo huele café, y sólo quiere dormir. A eso me comparo. Y poco más que el subsuelo soy. El submundo, el subexistente espacio que resuena en las paredes del corazón de quien me busca. La agonía en un rincón. Y reluce como nunca. Todos estamos pero nunca somos, y cuánto tiempo pasa entre suspiro y suspiro. Sin explicármelo, sin entreleerme. Viéndome y haciéndome como se te antoja. Decidiendo cuándo ser y cuándo dejarme entrar y decidiendo hasta la última sonrisa del día. Despidiéndote sin dejarme despedirme. Prematuro echar de menos en madrugadas llenas de suicidio. Suicidio que brota de esta sangre, de esta herida, de este cuerpo.

Siempre a medio hacer. Siempre a medio estar contigo.
Siempre con la tristeza en los ojos. Y qué poco me miras.



A veces me borro cuando todos me dibujan. ¿Y quién me pinta entonces?