El desamor es como el insomnio.
No lo eliges. Aprendes a llevarlo. Te hablan de soluciones, de cómo tratarlo. Pero no escuchas demasiado. Te quedas con ello, que trae consigo noches en vela llenas de nada.
Y por el día, aunque lo olvidas, te invade una pesadez constante y un miedo insoportable a la noche.