miércoles, 17 de diciembre de 2014

2:10

No quiero dormir pero me acuesto.
Llamo al sueño pero este comunica.
Lleva tiempo hablando con Insomnia,
y todos se conocen su historia.
Le dejo un mensaje y cuelgo.
Suspiro. Miro el techo.
El reloj. Los peluches.
Todos sirven tanto de noche
como de día. No sé.
Yo pienso poco ya.
Me obligo a no hacerlo.
Porque no duermo de pensar.
Qué absurdo caso.
No quiero dormir, es cierto.
Pero en la cama llamo al sueño.
Qué tarde es aquí.
Y en todas las partes del mundo.
"En Jakarta son las 8 de la mañana".
Se me hace tarde también.
Todas las horas son tarde.
Es noche ya en todas partes.
Y yo acostada en la cama,
llamando al sueño,
quiero que no sea tan tarde.
Quiero que amanezca
y volver a pensar de cero.
Que sea ya pronto
y dejar esta cama.
Luego la casa,
la ciudad, el país,
el mundo, el cielo...
Pero primero, que no sea tan tarde. Primero llamar al sueño,
que coquetea con Insomnia,
y contarle que no quiero dormir.
Y que es muy tarde.
Hasta para dormir.