domingo, 14 de abril de 2013

Míamente

Silencio. Hoy no es noche de dormir. Hasta los insomnes necesitan voces dormidas y mal calladas y ojos cerrados para vivir y sentir que ellos también son, y que ellos entienden también de sueños y de descanso.
Envidio tu cama y envidio tu almohada, pues ellas te atrapan y te hacen suya cada noche de tu existencia, y conmigo ni siquiera has vivido un minuto de magia nocturna. Existo en tu espacio como existe en tu habitación la luz que apenas entra por tu ventana proveniente de alguna cansada farola que mira con recelo la oscuridad que adueña tu ser y que te rodea, pensando lo bello y dulce que debe ser compartir contigo las horas de sueño en las que nadie te conoce.

Y a mí, que la oscuridad y el silencio me huyen, sólo me quedan escritos para ti. Qué será de ti ahora mismo es algo que jamás existirá en forma de verso, pero estoy segura que será lo más hermoso que vaya a contemplar nunca.

La noche y el silencio serás tú, y yo la inspiración, los ojos cansados y el encanto noctívago. Juntas seremos noches y madrugadas. Y con los primeros rayos de sol, abriremos los ojos y seremos amor. Por cada amanecer que seamos, te escribiré todas las cosas que por la noche necesito decirte mientras te miro por mi corazón y mientras ocupas toda mi mente, y por cada noche que seamos, me cantarás antes de dormir y me enseñarás así a soñar.


Soñemos amaneceres, pues.