domingo, 1 de diciembre de 2013

Entretiempo: Uñas negras

El negro en las uñas, la muerte más cercana, la madrugada de antes del suicidio y la noche póstuma. El falso infinito en cada extremidad; por cada una de ellas, una absurda historia que no se cuenta en libros. La última carta, la más banal, pues la muerte es gran simplificadora.
El negro en las uñas, vida corrosiva, de la que no se habla, la que se fuma, la que se bebe, consumida en pequeños vicios los cuales no son más que carencias vitales. Es el sabor de una lágrima llorada por muerte, con gusto a ceniza y a flores que se pudren. Es el agua del rocío cuando alguien ha elegido dejar de consumirse en vida. Es el ocultar el color rosado de juventud, ocultar el tejido roto que cubre el ser de una. Es callar a gritos que te vas, que eliges cuándo, que eres más que cobarde, débil, y ellos ignorantes. Lo dices así en tu soledad: "ignorantes", sin reír, sin vida, sin nada.
El negro en las uñas, envejecer por dentro mientras maduras por fuera. Es existir muriendo. Es fingir que desconoces, asustada de lo que conoces. Es buscar arrugas donde no las hay. Es arrepentirse al llegar a la vejez de haberse condenado a una simple intuición interna y no a la sabiduría que el degradamiento físico conlleva.
El negro en las uñas, frío en el amar, lucha diaria. Es aquella madrugada, tan odiada como todo lo demás que florece. Es despedirse justo en lo que tanto hizo sufrir, sólo como manera de contentarse con desvanecerse. Es lo que se esconde en habitaciones, en escritos que jamás serán conocidos. Es una vida más que viene y va, sin que eso importe demasiado. Es que vivir sólo importe de más cuando somos jóvenes y se pierda importancia conforme avanzas en una línea estúpidamente vacía. Es no ser recordado más que por hija de, y aquella que conocí. Es no entender quién podría renunciar a la vida y odiar no saber el por qué, temiendo tropezarte sin querer con ese deseo y entonces sentir que el resto de cosas vitales carecen de real sentido. Es no despedirse, pues sabes que no te irás de nadie hasta que no se vayan ellos antes, y entonces no importarán las despedidas.
El negro en las uñas, latir en silencio, vivir muriendo.