domingo, 13 de mayo de 2012

Historia de una Hache.

Aún lo sigo esperando. Con la misma desesperación mal disimulada, las mismas tonterías. Pero lo espero, irremediablemente. No, no es irremediable, ya lo sé.
Como el vacío al terminar una canción, al decir la última palabra, al tocar el último ritmo con el último acorde. Ese final. Silencio.
Y sabes que no hay más, que detrás de eso no hay nadie más. Nadie te escucha, que estás tú sola. Que por mucho que lo grites, que hagas que te escuchen, te va a dar igual. Que quieres tu música para ti y para él, y para los que te aprecian, y nada más. Que la historia y el pasado y el presente que te unen a la música, son cosas que sólo interesan a esas personas que están por ti a todas horas del día, y que van a ti, y que te esperan y te lloran sin que nadie más lo sepa. Y que eso, no aspira a nada más. Que una vez lo cuentes, no habrá más.
Eso es todo.
Que sólo puedes seguir esperándolo, pero sabes que no llegará. Que pierdes el tiempo.





Me late el corazón. Rápido. Muy rápido.
Y te echo de menos.



Y aún no sé qué hago aquí.