martes, 29 de julio de 2014

Cómo ahogar la ilusión

Mil ríos llenos de piedras, tan cortos como el tiempo que pasa desde que alguien que no te sienta bien entra por tu ventana hasta que te desvistes de él. Mil ríos, cada uno con su respectivo nombre. Uno allá, en donde siempre, atravesado tantas veces, aunque nunca de una única manera como aquellas noches. Otro tan vacío como una cama sin sexo y el sexo sin amor. Otro tierno y cómplice, quizás de más. Otro lejano, lejano y helado, de nadie.

Todos los ríos de este destiempo, entre canciones y cartas y noches y lloros, me han ahogado en soledad.

Y ya no quiero nadar, ni cruzarlos. Quiero que se sequen de mi alma, escribirles hasta dejar de llorarles y, sin que ellos sepan nada, despedirlos.

A este último, ahogando la ilusión que no hallé en ningún otro, le doy las buenas noches. No serán buenas en un tiempo. Que se las quede si quiere.