miércoles, 22 de octubre de 2014

Jul

Casi siento que te he visto nacer.
Que hice para ti esos zapatos que llevas ahora. Que te enseñé a no pasar frío lejos de casa. Que te cepillé el pelo hasta que te creció del todo. Y que tú me enseñaste a sentir. A volar en el suelo. A mirar con los ojos cerrados.

Siento que has existido en mí desde que me crearon, y que me ves a trasluz. Que ves mi mecanismo, invisible al resto, con la mayor nitidez posible. Y que sabes descifrar mis escritos como nadie.

Siento que nos hemos estudiado, tú y yo. Y que nuestra historia no cabría en todas las páginas existentes. Aquella historia que nos ha hablado de todo y nos ha enseñado a todo. Que después de vivirla ya no sabes si vivirás algo más. Y que nos separó de esperarnos tanto y siempre llegar, pero nunca quedarnos.

Pero ahora, esta noche, que tú de nuevo me escribes de alguna manera, yo siento que nos hemos reconciliado y que mis pies ya no están tan fríos. Y te veo grande. Te veo bella. Y veo que eres tú ahora la que sabe hacerme llorar con sus palabras. Y sabe cómo abrazarme para hacerme dejar de llorar.