domingo, 12 de mayo de 2013

Mar

Las palabras están en el agua. Suspendidas en forma de vapor, llorosas en forma de gotas, puras en forma de lago, hirientes en forma de cascada. Nacen en la boca de tus ríos de sangre, crecen con nuestros menos y se transforman en lianas acuosas de pasión con nuestros más.
Se rompen a las pocas travesías y sollozan hacia mil direcciones distintas, expandiendo la pena, por si pretendía huir de ella. Su ruido contrasta con el silencio de mis gritos. Digo mil cosas sin salir sonido alguno de mi boca.

Reposa a mi costado quien supo traducir mis mares más inmensos, más plenos de prosa y de lamento, más reales, y éste explica qué odio es el que sale hoy a relucir de mi maltratado subconsciente. Subestimo su valía, su compañía y sus traducciones, que a veces observo mientras nadie mira para entender así mejor todo lo que se halla en mi lengua, y más que en esta, en mi propia alma. Y entonces despierto casi sin moverme y sé que ya se ha ido. Ni siquiera me inmuto. Permanezco allí, con los ojos abiertos, yaciendo sobre mi muerte viva.

Impulso del pasado, recuerdo renacido, y entonces ando. El mar en el horizonte, dibujado como un capricho de cien vidas. Tu río me habla: "ya nunca nadie volverá a bañarse en él."