jueves, 30 de mayo de 2013

Debe (no) haber

Debe haber suspendida entre orgasmos y alcohol una historia que nos una y nos aferre al por venir. Discreta y densa. Por las noches muda y en la tonalidad de las vías de tren anunciando encuentros por las mañanas. Por las noches con el hambre en los besos y con la textura del café por las mañanas. Y entre medias, cuatro cigarros y un buenos días que recitas para todos menos para nadie, y nadie es yo. Yo que miro, y por cada nube, un fragmento de tu anatomía. Yo que escucho, y por cada tic tac, uno de tus poros. Yo que rompo, y por cada corte, una cicatriz en mi te quiero.

Debe haber todo un siglo musical, historia sonora, extensión de nuestros monólogos. Tanto debe haber construido y creado que ya te has despertado otra mañana sin pensar en ello. Cada gota de ese agua que resuena en tu ducha es un microsegundo de la historia que sin conocer nos ha traído hasta hoy. Escucha cómo desaparece.

Pero hoy el dolor ha sucumbido. No hay canción ni lección en todo esto. No hay banda sonora para el sangrado de mi alma. No hay historia, ni siquiera en forma de agua que no volverá. Ni siquiera en tu cama.

Hoy sólo arde mi muñeca. Hoy sólo soy lágrimas convertidas en vapor al contacto de mi brazo con el agua ardiendo. Hoy sólo existo yo y aquel metal horrible tan íntimo en las noches de desahogo personal. Y en desahogo queda esto.